El día 17 por la noche un impresionante despliegue policial arrancó a Alfon de las manos de cientos de compañeros y compañeras que trataban de evitar su injusto encarcelamiento. Rabia e indignación en el rostro de los “violentos”, que como tienen por costumbre no ejercieron ninguna violencia ante la provocación y exhibición de poderío de los muchachos de Cifuentes.
Alfon fue condenado a cuatro años por portar explosivos en una mochila en la que no se pudo encontrar ninguna huella del supuesto propietario, en un juicio en el que la policía tuvo que reconocer la ruptura de la cadena de custodia de las pruebas. Pero no importa, porque Alfon es un antisistema, un antifascista como el mismo confesó. Y ser antifascista en este país gobernado por el PP con mayoría absoluta es ser un delincuente peligroso. Así lo consideran, sin duda, los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, asesorados por el asesino ultraderechista Emilio Ellín, autor de la muerte de la joven activista Yolanda González en 1980. Así lo entiende, por supuesto, un gobierno que con su mayoría absoluta va a convertir a este país a partir del día 1 de julio en un Estado policial, en el que la policía reforzará su condición represiva, tendrá impunidad total y será juez y parte; y en el que los activistas serán presuntamente culpables.
En realidad, el encarcelamiento de Alfon es la punta de lanza en la intensificación de una carrera represiva que viene siendo ya muy intensa desde 2010. Son muchos los compañeros y compañeros a los que se piden condenas de cárcel y muchos los que tienen ya sentencias en firme y están pendientes de indulto. El pulso jugado con Alfon y con la resistencia solidaria de los movimientos antirrepresivos, ha sido seguramente un ensayo general en el que, por cierto, no han debido ver las cosas muy claras a juzgar por la decisión de la Audiencia Nacional de suspender el ingreso en prisión de los 8 compañeros y compañeras del cerco al Parlament, contra la opinión del fiscal que insistía en su ingreso en prisión a pesar de su solicitud de indulto.
Alfon, la libertad de Alfon, debe aparecer a partir de ahora en todas las movilizaciones de los movimientos antirrepresivos. Porque Alfon se ha convertido en el símbolo de la propia libertad y u liberación supone la garantía de que en este país las cárceles no comiencen a llenarse de presos políticos, de encarcelados por defender nuestros derechos.
LIBRES, la Asamblea Cántabra por las Libertades y contra la Represión, se solidariza plenamente con Alfon, que estará presente en todas las acciones que tiene previsto realizar durante los próximos días contra la entrada en vigor de las leyes mordaza. Ellos han querido ponerle de ejemplo de lo que nos espera; para nosotr@s debe ser el símbolo de la libertad.
¡ALFON LIBERTAD!
¡PRESOS POLÍTICOS LIBERTAD!
¡ABAJO EL ESTADO POLICIAL!