El lunes 30 de Marzo la policía Nacional ejecutó 17 registros en Palencia, Madrid, Granada y Barcelona. En total 6 centros sociales y 11 viviendas. La operación Piñata (continuación de la operación Pandora), se saldó con la detención de 37 personas; 13 acusadas de resistencia y desobediencia, y otros 11 de Usurpación (ocupación), que han quedado a espera de juicio.
El miércoles 1 de Abril otros 15 pasaron bajo cargos de “organización criminal con fines terroristas”. 10 compañeras quedaron en libertad y a espera de juicio, mientras que 5 fueron enviados a prisión preventiva. A dia de hoy, tras pasar durante casi tres meses en FIES 3 , un régimen de aislamiento que implica que todas sus comunicaciones (cartas y llamadas telefónicas) están restringidas e intervenidas y que sólo tienen 3 horas de patio al día, han salido en libertad sin fianza a espera de lo que pueda pasar.
Uno de estos companeros es Hermano, hijo, y/o amigo nuestro. La prensa oficial (El País) ya se encargó hace unas semanas de presentarle como “el jefe instructor del anarcoterrorismo en España”, demostrando la falta de escrúpulos necesaria para meter miedo a la gente y relacionar anarquismo con terrorismo. Todo este invento de estructura “jerarquizada” demuestra un total desconocimiento de la propuesta organizativa (sin líderes ni mandos) del anarquismo, o una pretensión intencionada para que la represión de quienes luchamos al margen del estado sea un trabajo menos complicado a la hora de aplicar su código penal.
El florecimiento de redes autogestionadas, asambleas y proyectos sociales al margen de las instituciones son una amenaza para el sistema. El descontento social crece y el estado cumple su función; Ley mordaza, endurecimiento del código penal, cadena perpetua revisable (encubierta), ley antiterrorista y planes contra la radicalización violenta. Para justificar dichas medidas represivas se necesita un enemigo interno. Este enemigo hoy no sólo es el movimiento libertario, sino todas aquellas personas que se rebelan contra un sistema que nos roba la vida.
Su arma más potente reside en sembrar desconfianza y confusión en la sociedad, presentando a todas las represaliadas como seres peligrosos y sin apenas vínculos sociales. Si somos un peligro colectivo, es para un sistema que normaliza la violencia y la ejerce sobre la sociedad en cada desahucio, en cada deportación, en cada encierro, en cada salario y en cada ejemplo de explotación a los entornos que habitamos.
Las únicas pruebas que tienen son libros y bombonas de camping gas, pero hemos comprendido que eso es lo de menos. La represión llega, y va a seguir llegando, con pruebas o sin ellas, por ello lo único que podemos hacer es seguir con la lucha y mejorar a la hora de practicar el apoyo mutuo entre todas. Recordamos a las compañeras represaliadas de “Preguntar no es delito”, las encausadas por “aturem el parlament”, y a todas las personas que están sufriendo la represión y que no gozan de tanto apoyo como afortunadamente sí lo hacen otras causas .
“Cuando el sistema que siempre se ha vendido como el único posible y deseable, empieza a rasgar sus vestiduras y mostrar el monstruo que lleva dentro, rápidamente busca el modo de señalar cualquier alternativa como una aberración mayor”.
