«No utilices los valores ni los instrumentos del amo, porque las herramientas del amo nunca desmontan la casa del amo» Audre Lorde
José Iglesias Fernández. Economista.- Desde 1848, fecha en que se publica El Manifiesto Comunista, han llovido millones de ideas y reflexiones acerca de cómo se puede definir ese concepto político tan genérico llamado la izquierda. Ante la ingente adscripción de personas y grupos que se consideraban de izquierdas, simplemente por pertenecer a otro concepto genérico cómo es el socialismo, K Marx y F. Engels se veían obligados por esas fechas a introducir una matización que permitiese separar el grano de la paja, pues ni estaban todos los que eran de izquierdas, ni eran de izquierdas todos los que estaban en las corrientes socialistas de la época.
La calificación del socialismo en modelos cualificaba a su vez a la gente que se consideraba de izquierdas enrolada en los mismos. Por tanto, a partir de ese momento podíamos saber que, en el socialismo reaccionario, estaban incorporados los de la aristocracia feudal y los pequeños burgueses; en el socialismo conservador, los autores decían que “los burgueses son burgueses en interés de la clase obrera”, en el socialismo utópico, aclaraban que “los burgueses se distinguían de los anteriores por una pedantería más sistemática y una fe supersticiosa y fanática en la eficacia milagrosa de la ciencia social”; y en el socialismo científico, incluían a todos aquellos dispuestos a condenar la propiedad privada, la explotación y enajenación de la clase trabajadora, a proclamar el antagonismo entre el Capital y el Trabajo, a rechazar los valores burgueses, y estar por la abolición del capitalismo como orden social existente.
La izquierda versus la casa del amo
En un artículo reciente,[1] Pablo Iglesias abre unas reflexiones en las que comienza por recordarnos como sus orígenes son de izquierda, por el simple hecho de pertenecer a una familia que militó en partidos comunistas, e incluso alguno pasó por las cárceles franquistas. A este dato de su pedigrí familiar, añade cómo su militancia en movimientos de izquierda (juventudes comunistas, globalización) le han tatuado una experiencia política como para dejar bien claro el primer punto de su compromiso y deriva política actual hacia el centro del establisment: soy un personaje que “conozco muy bien las miserias de la izquierda y, sobre todo, sus incapacidades”; y como advierte después oportunamente, “hoy asistimos a la posibilidad de alterar el mapa político en España en una dirección transformadora. Pero nada tiene ello que ver con la izquierda. La izquierda sigue social y culturalmente arrinconada”.
Por tanto, con la experiencia acumulada por su paso por la izquierda, Pablo Iglesias piensa que la coyuntura le es propicia, o al menos así los oráculos mediáticos lo confirman, para preocuparse y encontrar un lugar políticamente cómodo y correcto entre lo que Marx/Engels establecían anteriormente: posicionarse entre el ámbito reaccionario y el conservador. Ni de izquierdas ni de derechas, sino miembro de un movimiento transversal, como alguna vez gusta de destacar y proclamar. Es decir, piensa que la experiencia acumulada le permitirá acaudillar[2] una corriente política (Podemos), una especie de ideario liberal entre socio y neo, que le dé la posibilidad de sentarse en la mesa del amo, aquella que está destinada a los comensales que acuden periódicamente a participar lealmente en el poder político que gestiona y defiende los intereses de los poderes industriales y financieros.
Para llegar a formar parte y poder sentarse en la mesa del amo, antes se han de conocer los valores y las reglas por las que se entra en la casa política del amo.[3] La democracia representativa, sistema político actual del capitalismo o herramienta del amo, establece la realización de un sufragio universal periódico (cada cuatro años) por el cual se deciden que fuerzas y que personajes entrarán en la casa del amo a servir al capitalismo. Hoy por hoy, los mecanismos culturales del sistema consiguen que los cerca de 36 millones[4] de ciudadanos con derecho al sufragio voten de derechas, es decir, a partidos y representantes con valores reaccionario-conservadores;[5] es decir, los que Pablo Iglesias y el resto de políticos de los demás partidos que se presentan a las elecciones saben de qué pie cojean las personas ciudadanas con derecho a depositar su voto, por lo que han de hacer promesas que, sin atacar los valores e intereses sustantivos de los amos, satisfagan las apetencias e ideologías inculcadas en los votantes por el sistema. Como dice Gregorio Morán, “la gente necesita creer y resulta que cada día [personajes como Pablo Iglesias] se lo ponen más fácil. No le exigen nada más que una entrega cegadora que choca frontalmente con la evidencia”[6] diaria. En este artículo, Pablo Iglesias destaca claramente como el programa político de Podemos será diseñado de forma que no los acusen de socialdemócratas y menos de izquierdistas, es decir, que satisfaga especialmente a todas las tendencias y gustos que puedan detectar entre los votantes; es decir, resalta como [nosotros] “no nos situaremos en terrenos que nos alejen de una mayoría popular[7] que no es de izquierdas (como quizá nos gustaría) pero que quiere el cambio”. Por tanto, si conseguimos no aparecer como gente de izquierdas ni de derechas y nos aseguramos una buena mayoría, no sólo entramos en la casa del amo, sino que este hasta nos permitirá diseñar como hemos de gobernarla de acuerdo con los intereses y objetivos que nos marque.[8] Gemma Ubasart, la seguramente cabeza de lista por Cataluña, va más lejos en su afán por conseguir votos, y no duda en hacer una propuesta que satisfaga tanto las aspiraciones de las personas que componen las clases obreras y populares como las de las clases ricas y propietarias; si cuela la idea de que todas estas personas son socialmente iguales, esto favorece el encuentro de clases delante de las urnas, pues todos los votos suman por un igual a la hora de contarlos.[9]
Son muchas las personas con vocación de emular a los oráculos que han dado por muerto a Dios, a Marx, a la historia, y, especialmente, a la izquierda. Pablo Iglesias es uno de ellos. Por interés propio, quiere justificar su deriva ideológica imputando a la izquierda el no saber leer la realidad; dice “que no sabe tomar conciencia de su derrota histórica”. Una muerte proclamada para satisfacer su deseo y conveniencia. Esta es una lectura interesada, legitimadora de esa otra afirmación suya anterior: si queremos votos, y los votos son conservadores, hay que diseñar un programa político[10] que responda a estas aspiraciones populares.
Somos muchos en la izquierda, personas, grupos y corrientes de pensamiento, que no nos damos por muertos ni fracasados, que no abandonamos la izquierda por puro oportunismo electoral, y por puro afán de entrar en la casa del amo. Para nosotros, el concepto de izquierda es ético, es sinónimo de conciencia y compromiso ante la injusticia y la desigualdad. Como tal posición de conciencia, la izquierda ni gana ni pierde batallas, simplemente denuncia y combate los desmanes que se dan en las sociedades clasistas por parte de los amos y aquellos como Pablo Iglesias que entran en la casa del amo, utilizan sus herramientas con el deseo de que el amo se humanice y vuelva ecologista.[11] Mientras haya sociedades como la capitalista, el sentido de la izquierda es su combate permanente; y la lucha de clases es el instrumento de la izquierda antisistema para superar la contradicción que se da en su seno entre el Capital y el Trabajo.
El sistema político de castas
Son muchos los factores que llevaron a Pablo Iglesias a dejar de usar y golpear con el latiguillo de la casta a sus oponentes: PP, PSOE, PNV, CiU y otros partidos menores. Pienso que lo que más influyó en su abandono de este término tan despectivo fue cuando las encuestas le dieron la posibilidad a Podemos de entrar y sentarse como un partido más de la casta en la casa del amo. Y los resultados favorables obtenidos en las Municipales y Autonómicas del 2015 incluso le han llevado más lejos: han condicionado a Podemos a pactar con la casta y facilitarle la vuelta al poder a una parte importante de la misma. Sus triunfos en las urnas tienen que someterlos y ponerlos a disposición de la casta socialista. Restituye en el poder a los que despreció, a cambio de compartir prebendas de gestión de tú a tú en las instituciones del amo.[12]
Porque ya en su día Jordi Évole se hacia la siguiente pregunta: “¿para quién trabaja Podemos?”. Hoy ya se puede dar una respuesta: a nivel de gobierno autonómico, ha trabajado para la casta socialista, para uno de los que consideraba uno de sus adversarios. El llamado mapa político bipartidista “se ha alterado, [pero no] en una dirección transformadora”, sino para restaurar una parte de la casta y, en especial, el sistema capitalista. Porque en aquel momento, hace un año, mi idea ya era “que este partido estaba suponiendo una fábrica de oxígeno para un sistema que, política, económica y financieramente, sufría un gran descrédito”.[13] Uno de los argumentos era que Podemos no se enmarca en la exigencia y el compromiso de una teoría y praxis anticapitalista. Como señala Pablo Iglesias, Podemos no abandona principios, pues no los tiene, “sino que asume un tablero político que definen otros” poderes. Por tanto, se trata y exigimos que, cuando aparece en la arena política una organización con programas y pretensiones de cambio, una y otras contengan el compromiso de transformar el capitalismo cómo organización social; Podemos sólo aspira a reformarlo meramente para que presente una cara más humana, más verde, o ambas cosas a la vez.
Restauración del sistema borbónico/capitalista
Pasado más de un año, por las declaraciones hechas por sus miembros, por los cambios realizados en el seno del partido, y por los pactos acordados como resultado de las elecciones del 2015, la presencia política de Podemos es que ha venido a debilitar, cuando no a suplantar, a las corrientes transformadoras contra el sistema. Ha arrastrado a militantes y partidos a entusiasmarse con la entrada en las instituciones del sistema, vaciando los movimientos sociales de esta potencialidad transformadora. Su (ir)responsabilidad como freno de los movimientos antisistema es incalculable. Lo malo es que este es un parón en el trabajo de los movimientos sociales que sólo el tiempo resituará. El triunfo de Podemos, como sus líderes se jactan, “no supone el rechazo de las élites políticas y económicas dominantes”, sino más bien su confirmación, la restauración del capitalismo.[14] Es decir, contribuye tanto a la restauración borbónica del Rey Felipe VI como del sistema capitalista, restauración política que pensamos que el amo les estará agradecido por el ardor con que realizan esta función; antaño, este trabajo de restauración ya lo realizaron Suárez, Felipe, Aznar, Zapatero y Rajoy: contribuyeron a la consolidación política del Rey Juan Carlos I, aparte de ser los alcahuetes de muchos de los conocidos desmanes y corruptelas que este monarca se permitió.
José Iglesias Fernández
Barcelona 13 julio del 2015
Notas:
1. Pablo Iglesias. La izquierda. El País, 29 junio del 2015.
2. “Más de 500 cargos públicos e internos de Podemos, entre ellos las secretarias generales del partido en Andalucía y Navarra, han firmado un manifiesto en el que rechazan las primarias ideadas por la dirección nacional para conformar las candidaturas para las elecciones generales y piden al Consejo Ciudadano Estatal y al secretario general, Pablo Iglesias, que convoque una consulta popular para modificar el reglamento”. En http://kaosenlared.net/mas-de-500-cargos-electos-de-podemos-rechazan-el-…
3. Cortes Generales (congreso y senado), gobiernos autonómicos, diputaciones, municipios.
4. Elecciones generales del 2011.
5. Como hemos explicado, en esta clasificación también entran los socialistas y los socialdemócratas.
6. Gregorio Morán. Sabatinas intempestivas. La Vanguardia, 4 julio del 2015.
7. En este sentido, todas las fuerzas concurrentes a los comicios pueden ser consideradas populistas.
8. Esto es lo que pretenden los amos de la Unión Europea, no sólo expropiar a Grecia de sus riquezas, sino también desprestigiar políticamente a Syriza como adversario peligroso.
9. Gemma Ubasart. Es ahora, el cambio en Cataluña. El Periódico de Cataluña, 4 julio del 2015.
10. En el mejor de los casos, el programa de Vicenç Navarro y Juan Torres no pasa de ser socialdemócrata, un ataque al neoliberalismo pero respetando el capitalismo, Ver José Iglesias Fernández. Claro que hay alternativas, pero, ¿para sostener o derribar el capitalismo? En
http://old.kaosenlared.net/noticia/claro-hay-alternativas-pero-para-sost…
11. También aspira a que el Rey Felipe VI se presente a unas elecciones, las gane y se instaure en el Estado español una monarquía por sufragio.
12. Dejaron de ser obreros y profesionales en las castas inferiores (vaishias y shudrás) para convertirse en políticos (chatrías) o casta superior.
13. Esta afirmación exige antes una larga clarificación que puede verificarse en José Iglesias Fernández. Podemos, la fábrica de oxigeno que necesita el capitalismo. Enhttp://2014.kaosenlared.net/colaboradores/author/91-jos%C3%A9-iglesias-f…
14. En su momento, también habrá que hacer una lectura del papel restaurador de la entrada de corrientes progresistas cómo Podemos y grupos afines en los municipios de las principales capitales españolas: Barcelona, Madrid, etc.
Artículo publicado en coordinación Baladre
http://www.coordinacionbaladre.org/noticia/pablo-iglesias-en-busca-de-un-lugar-comodo-en-la-casa-del-amo