Carlos Taibo (Madrid, 1956) no se anda por las ramas. Su percepción del mundo no es nada alentadora. La crisis financiera, los acuerdos comerciales soterrados, la política al servicio de intereses económicos privados o la nula incidencia popular en la toma de decisiones son suministros para un cóctel incendiario como la desigualdad. La mirada de este profesor de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid se endurece al escuchar esa palabra. En su último libro, Para entender el TTIP. Una visión crítica del acuerdo transatlántico de comercio e inversiones (Los Libros de la Catarata), despedaza con la frialdad de un taxidermista lo que considera “la mayor osadía del gran capital para que su poder sea irreversible”. De ahí que su receta a los males que asuelan el planeta se mantenga intacta: “Sigo creyendo en la autogestión y en el apoyo mutuo”. Escritor con hondas raíces gallegas, Taibo también siente fascinación por el lenguaje y, en especial, por el idioma que hablan los árboles y los pájaros en la orilla sur del río Miño. Su diccionario y los más de 20 ensayos en galego-portugués sobre temas tan dispares como la antigua Yugoslavia o el desplome del comunismo soviético, son como un esperanto galaico con el alma viajera.
¿Cómo va a afectar el TTIP a los ciudadanos europeos?
Pese al secretismo de las negociaciones, conocemos algo de su contenido. Y es esa opacidad la que nos hace comprender que el acuerdo producirá un deterioro visible de nuestra situación en el terreno social, laboral y medioambiental.
¿Aún peor de lo que ya está?
Es difícil entender que después de la vuelta de tuerca que el gran capital ha imprimido en la UE aún pueda incrementarse. Pues sí, porque su osadía no tiene límites. Ahora pretenden hacer que su dominio sea irreversible. Por ejemplo, algo tan sencillo como que un ayuntamiento no pueda remunicipalizar el servicio de agua. Vivimos una fase de capitalismo enloquecido que creo que ha perdido los frenos que en el pasado le permitieron salvar la cara.
La escritora india Arundhati Roy ha vaticinado que “el capitalismo fracasará como el comunismo”. ¿Qué opina?
Es un debate complejo. Hay argumentos para apuntalar dos opciones distintas. Una es la de Roy. La otra es la que describe un capitalismo extremadamente duro, con aspiraciones de sacar adelante un proyecto de “darwinismo social” militarizado o de “ecofascismo” que implica la marginación visible que ya empezamos a sufrir, o en su caso el exterminio de buena parte de la población planetaria.
Pero ese segundo proyecto es otra forma de colapso.
Sin duda. Hablar de que deben sobrevivir 800 millones de seres humanos sobre un total de 7.000 millones indica las proporciones de locura y nos emplaza a un escenario similar al diagnóstico realizado por Arundhati Roy.
¿Vivimos una guerra silenciosa por el comercio mundial?
Algo de eso hay aunque aún no ha estallado en toda su magnitud. Pero no nos engañemos: China o India no ofrecen un modelo alternativo al capitalismo. Hay quien considera que ambos países han incorporado muchos de los elementos más negativos del capitalismo colonial como es la extracción de la plusvalía absoluta del siglo XIX en Europa. Quienes preconizan que las economías emergentes representan un modelo alternativo se están equivocando. Sólo son un obstáculo que el capitalismo tradicional quiere eliminar.
¿Es el TTIP la gestación de una OTAN económica?
Me parece una comparación adecuada. El TTIP no es un acuerdo neutro que simplemente aspira a suprimir duplicaciones o cancelar aranceles. Se trata de un proyecto muy asentado, que refleja la lucha eterna del capitalismo internacional entre unos modelos y otros distintos.
¿Y qué papel reserva el TTIP a los Estados?
Indudablemente pierden la soberanía pero con un matiz muy importante: no conviene idealizar a los Estados como agentes de oposición a la rapiña de las grandes capitales transnacionales. En mi opinión, la inmensa mayoría de los Estados forma parte de esa trama desde que decidieron, hace ya tiempo, dejar de proteger a los ciudadanos.
¿Considera que es imposible cambiar el sistema desde dentro?
No veo ni un solo indicador sólido. Pensar que las instituciones son neutrales es la ingenuidad del pensamiento de la izquierda actual. Creen que si hoy se aprueba el TTIP, mañana podrá derogarse en virtud de una nueva mayoría. No es así. En el caso de ese tratado, no tengo duda de que lograrán sacar adelante ese texto con unas u otras formulaciones. Me temo que la izquierda va a quedar entrampada si no decide romper drásticamente con la dinámica actual y apela a la desobediencia.
Entrevista realizada por Gorka Castillo – infolibre – @gorkacastillo