El 17 y 18 de octubre de 2015 tuvo lugar en el Espacio Encarnación González número ocho de Vallecas (Madrid) la exposición «Arte y propaganda libertaria». Las 34 personas y colectivos que participaron entendían el arte como un acto comunicativo no sólo para ser contemplado, expuesto y almacenado, como una mercancía. Recordaron que una palabra con mala prensa, «propaganda», fue capital en la estética anarquista. «No creemos en los genios igual que no creemos en los santos; estamos convencidos de que el arte es aquí y ahora; no queremos hacer teoría de las artes, sino sacar conclusiones en la práctica».
Con este precedente, la XVI Mostra del Llibre Anarquista de Valencia, que se celebra entre el 7 y el 21 de abril de 2016, incluye en su programación la muestra «AnArco: arte liberal vs arte libertario». Se amplía la gama de prácticas artísticas más habituales en el anarquismo a otras, por ejemplo, la acción directa «fuertemente estetizada» de movimientos sociales como el Movimiento de Objeción de Conciencia (MOC) contra los ejércitos. O propuestas poco reconocidas tradicionalmente en el campo libertario, por ser consideradas artes «cultas» y «elitistas». Aclaran los organizadores que los 57 artistas participantes en la exposición «AnArco», que puede visitarse entre el 8 y el 18 de abril, no han sido elegidos por un «comisario» («palabra de aroma tan policial»), sino mediante un grupo de afinidad. Las obras permanecen expuestas en el Centre Social Okupat i Anarquista L’Horta de Benimaclet, el Ateneo Libertario Al Margen, el Ateneu Llibertari del Cabanyal y Cabanyal Horta #lacasadeloso. Como actividad paralela, se presenta la exposición «Art i Anarquisme; rastres bibliogràfics» en la Biblioteca Facultat de Belles Arts en la Universitat Politècnica de València, con textos teóricos, catálogos de artistas, libros de historia, estética y agitación que vinculan, desde sus orígenes, el anarquismo con el arte.
Igual que la muestra de Vallecas (octubre de 2015) aparejaba una mesa redonda sobre el lugar del arte y el artista en el mundo libertario, el 8 de abril de 2016 se celebró un debate en el Centre Social Okupat i Anarquista L’Horta de Benimaclet sobre «el papel del arte en las luchas por el cambio social». Participó el grupo de afinidad «Democracia», constituido en Madrid en 2006, que promueve el uso de la esfera pública para llevar a término una suerte de agit-prop de contenidos emancipatorios. Encabeza la página web del «equipo de trabajo» un escudo con el símbolo de la monarquía hispana, invertido, y el epígrafe «Sin estado». En 2015 realizaron una «intervención» en la calle Caballeros (centro histórico de Valencia), cuyos balcones se adornan, durante la fiesta del Corpus Christi, con banderas de índole religiosa. La acción consistió en exhibir cartelones anarquistas en el Día de los Difuntos, en los que podía leerse, sobre fondo negro, en italiano, inglés y castellano: «Nuestra patria es el mundo entero, nuestra ley es la libertad»; «Batallón de la muerte»; «Ni siervo ni patrón»… Otra iniciativa de 2015 se basó en la difusión de la consigna «La mejor lucha es la que se hace sin esperanza», en espacios de la calle reservados habitualmente para la publicidad comercial e institucional. El mensaje se asoció al centenario del nacimiento de un guerrillero anarquista, «Quico» Sabaté.
Artista multimedia, poética y de «performance», Belín Castro recuerda que en los años 90 la política ya era, como hoy, «una gran tontería, la época de los yuppies felices y donde todos salíamos en las fotos; en la década de 2000 perdimos la esperanza, y entonces es cuando luchas; cuando no tienes nada que arriesgar y perder, puedes hacer lo que quieras», explica esta miembro -durante seis años- del equipo de gestión del Espacio Tangente (Centro de Creación Contemporánea de Burgos) y de los Artistas Visuales Agrupados (AVA) de Castilla y León. «El capitalismo aprieta, ahoga, se ha metido hasta en las moléculas de la gente», añade. Establece una prioridad: «Hay que empezar a darle sentido al vacío de las personas». Considera «maravilloso» estar en un centro social, pero el problema es que al salir «una vuelve a estar desorientada». El anarquismo, «que nos ha orientado a muchos en la lucha», ha de replantearse, porque la situación actual no es la de 1936 («aquello nos pilla a desmano»). «Hemos de saber dónde estamos y buscar una brújula que nos lleve a una buena vida, a una buena compañía, a la utopía y a una buena muerte». Belín Castro remata con un final desiderativo: «Estoy deseando saber dónde estáis, y si me podéis echar una mano».
Nelo Vilar lleva 25 años trabajando, en la teoría y en la práctica, sobre el arte de acción contra la «institución-arte». Artista insumiso, se ha ganado la vida como labrador y «artista-colector» de naranjas. Ha teorizado además sobre el «arte paralelo» como forma de acción colectiva, desde un enfoque sociológico-crítico. Considera que referirse al «arte anarquista» está un punto devaluado, pues cualquier artista se habría apuntado a día de hoy a esta definición. ¿Arte anarquista o arte liberal? «Si Repsol o Endesa subvencionan la subversión, eso significa que el liberalismo también está en cada uno de nosotros». Considera que hay movimientos artísticos -en principio «políticos»-, que se han estilizado y comercializado, por lo que «finalmente no han servido para nada». «Otro de los grandes debates en torno al arte es el de su utilidad». Está generalizada la idea, reflexiona Nelo Vilar, que el anarquismo se basa en la libertad de decisión, la autodeterminación del artista, pero hay también otro punto decisivo que es la justicia social y comunitaria.
El arte y el anarquismo tienen su origen en la modernidad, en el estado burgués, y tienen un mismo propósito: la emancipación del ser humano. Se trata de una idea que figura ya en el frontispicio de la Ilustración, por ejemplo en Schiller y su idea de la educación estética del ser humano. Es el apunte inicial del filósofo Luis Navarro Monedero, en el debate sobre «el papel del arte en las luchas por el cambio social», que ha tenido lugar en el Centre Social Okupat i Anarquista L’Horta de Benimaclet. «La educación estética es lo que puede elevar al ser humano sobre sus condiciones miserables», opina, de acuerdo con Schiller, el coordinador del proyecto editorial «Literatura Gris», traductor de los textos de la Internacional Situacionista y fundador del colectivo de acción estética «Industrias Mikuerpo».
Sostiene Luis Navarro Monedero que, inmerso en las redes del capitalismo, el arte sucumbe a las lógicas de la separación: cada una de las artes se convierte en un ámbito de especialización, escindida del resto. Se produce una separación entre el espectador -admirador y aplaudidor de lo que otros hacen- y el artista, que se refugia en la intimidad de su taller de cuanto no sea «estético». La obra de arte es fruto de la personalidad única del autor, que impone su marca sobre los contenidos. «Se trata de artistas emancipados, que consiguen hacer de su vida algo interesante mientras los demás trabajan». Este artista «separado» apuntala el sentido de la propiedad y el individualismo burgués, resalta Navarro Monedero, quien formó parte del colectivo «Maldeojo», un intento de actualización de la crítica situacionista. ¿Qué comparten, desde sus orígenes, el arte y el anarquismo? La idea de trabajo liberado, de la actividad libre fuera del sistema productivo. El arte se asimila al trabajo en el hecho de que apuntan a un propósito; y al juego, en la idea de libertad.
Tres activistas del colectivo CreArtEducAcción Comunitaria de Valencia explican una iniciativa en la que trabajan desde hace dos años: la «Biblioteca itinerante», que reivindica los espacios públicos y la participación intergeneracional. Poesía, teatro, cuentos, música y danza para romper las fronteras entre la mente y el cuerpo; y para impulsar la transformación personal y colectiva. «Frente a la represión, la emancipación de nuestros cuerpos», es la consigna. Se identifican con una sentencia del escritor Eduardo Galeano: «Los científicos dicen que estamos hechos de átomos, pero a mí un pajarito me contó que estamos hechos de historias». También se abonan a una proclama del ilustrador y psicopedagogo italiano, Francesco Tonucci «Frato»: «Señor alcalde, no queremos toboganes ni hamacas, queremos la ciudad». Y al libro del pedagogo Paulo Freire, «La educación como práctica de libertad». Otro proyecto de inicio inminente es el «Mercadito nómada», que visitará los barrios con libros, alimentación, talleres, productos artesanales y propuestas artísticas.
Texto: Enric Llopis. Fotos: Lluïso Llorens