Antonio Pérez Collado, Ateneo Libertario Al Margen, VALENCIA.- En un país como el nuestro, con tan poca producción intelectual, tan escaso pensamiento transgresor y tan contadas voces críticas, no deja de ser noticia que aparezcan, de repente, cien personalidades dispuestas a firmar un manifiesto, por muy descafeinado que el mismo sea. Y suscribir una petición colectiva a tres de los cuatro partidos más votados en las últimas elecciones generales, animándoles a que se pongan de acuerdo para formar un gobierno “de cambio, que evite una repetición de las elecciones” no puede decirse que sea la iniciativa ilusionante e innovadora que podría esperarse de tan granado ramillete de privilegiados cerebros.
La verdad es que desde vuestra aparición estelar para denunciar la primera guerra de Iraq no os habías prodigado mucho en pronunciamientos públicos contra tanta injusticia como estamos sufriendo todo este tiempo. No han tenido similar denuncia coral las invasiones de Afganistán, Libia, otra vez Iraq o recientemente Siria, ni las sufridas por todos aquellos países en los que la OTAN ha decidido meter sus narices, y sus bombarderos, sin que nadie se lo haya pedido.
También hemos echado en falta vuestra firma colectiva y solidaria frente a los desahucios, la ley Mordaza y los numerosos casos de represión a movimientos y activistas sociales, contra las reformas laborales y la infinidad de recortes emprendidos tanto por los gobiernos del PP como por los del PSOE, en las campañas por el cierre de los CIE y las centrales nucleares, contra las negociaciones del TTIP y la firma del pacto de la vergüenza para expulsar a los refugiados producidos por las guerras que este sistema alimenta. Tampoco os hemos encontrado apoyando huelgas no domesticadas como las de Movistar, TMB, Metro o Panrico. Ha sido de la sociedad de a pie: los trabajadores, las mujeres, los jóvenes, la gente precarizada… de donde han surgido las iniciativas de lucha y de organización más interesantes y prometedoras de los últimos decenios. El 15M, la PAH, las Marchas de la Dignidad, la okupación y muchas otras experiencias autogestionarias han sido lo más fresco y rupturista del tedioso panorama político y social.
La verdad es que volver a la palestra mediática para apoyar un gobierno donde –según parece- la voz predominante la llevará el PSOE (la otra, la voz cantante, la llevan los del Ibex35) no es una aparición muy brillante, que se diga. No creo que tanto las propuestas del partido de Pedro Sánchez y Susana Díaz (me cuesta llamarlo partido socialdemócrata, no digamos socialista) como las de Ciudadanos no dejan dudas de su apuesta firme por apuntalar este régimen que tan evidente ha dejado su voluntad de seguir exprimiendo a los pobres en beneficio de los ricos, aunque sea a costa de sacrificar todos nuestros derechos y libertades.
En cuanto a Podemos, es cierto que sus propuestas son de un contenido mucho más social que las de las otras dos patas del gobierno que reivindicáis en vuestro manifiesto, pero viendo las muchas mermas que han ido sufriendo sus programas y las sucesivas renuncias de Pablo Iglesias a principios que nos aseguraban irrenunciables (pongamos por caso pactar con los partidos de la casta, donde estaba incluido el PSOE) no hay demasiadas garantías de que si, llegado el caso, tocaran poder no acabasen como los partidos de la vieja política.
Aunque escribo y hago fotos, mitad por placer y mitad por militancia, no debo ni quiero considerarme de vuestro gremio de intelectuales y artistas. Mucho menos del de los sindicalistas que firman con vosotros; prefiero ser anarcosindicalista y lo he sido casi toda mi vida. Esos sindicalistas con los que tan a gusto posáis y, de vez en cuando os manifestáis, han contribuido con sus prácticas y sus pactos a precarizar nuestros salarios, derechos y pensiones. No lo olvidéis. Y no olvidéis tampoco que ese gobierno que deseáis, sería muy parecido al que nos condujo por esa Transición tan traicionera que vivimos (unos peor que otros, no lo vamos a negar) desde el 78 hasta ahora, cuando nace ese manifiesto que parece dictado por aquellos ricos y famosos que empiezan a hablar de una segunda Transición.
Una pena, que habiendo tantas denuncias y reivindicaciones a las que sumar vuestra ilustre rúbrica, os hayáis decantado por suscribir la petición de un gobierno que cambie algo para que todo siga igual. No me gusta hablar en nombre de los demás y menos de toda una sociedad, tan compleja y variada como la española. Pero me voy a atrever, por esta vez, a pediros que no os sintáis obligados a guiarnos, sobre todo si vuestra invitación es a confiar en aquellas opciones que no han dejado de defraudarnos.