Pasó inadvertida la noticia de que organizaciones y activistas pro derechos humanos iraquíes exigieron la puesta en libertad inmediata de las más de tres mil mujeres yazidíes de la región de Shingle (norte de Irak) secuestradas por el grupo terrorista Estado Islámico para su venta como esclavas sexuales. «Cuanto más tiempo permanecen secuestradas más horrible es su vida, las compran, las venden, las violan brutalmente, arrancan a sus hijos de sus entrañas», denunció por su parte la investigadora de derechos de la mujer Skye Wheeler.
Hace unas semanas, diecinueve mujeres yazidíes fueron ejecutadas por integrantes del EI: les prendieron fuego en Mosul. Las mujeres llegaron en celdas de hierro al centro de la ciudad, murieron envueltas en llamas «por negarse a tener sexo con los milicianos del EI», según testigos anónimos. La situación de las mujeres yazidíes, desde el año 2014, en que el grupo terrorista se hizo con el poder en Shingle, es desesperante. Desde que el EI comenzó su campaña de conquista en Irak y Siria, cientos de miles de yazidíes, a quienes consideran traidores a su población, han tenido que abandonar sus hogares. Y en esa guerra sin cuartel, la gran mayoría de las mujeres capturadas han sido abusadas sexualmente o forzadas a casarse con combatientes. De ello informó al mundo Human Rights Watch.
Hay quienes interpretan estos hechos aberrantes como cuestiones «culturales» o «religiosas». Incluso fomentan el racismo hacia los musulmanes por intereses económicos de intervención militar en países en conflicto, venta de armas, etcétera. Evidentemente, no se trata una cuestión religiosa o cultural. Semejantes crímenes son considerados como genocidio hasta para aquellas culturas en las que el fundamentalismo es la regla. La cuestión es que estos terroristas han de ser juzgados por genocidio, que se ha de terminar con el negocio de la venta de armamento por parte de algunos estados europeos y resto del mundo que se consideran «democrátas».
Desde la Confederación General del Trabajo compartimos la petición de los organismos de derechos humanos iraquíes de que se ponga en libertad inmediata a las más de tres mil mujeres secuestradas. Hacemos también un llamamiento a la sociedad en general a nivel internacional a organizar campañas de denuncia y presión con el objetivo de acabar de una vez con este genocidio.
Cecilia López
CGT-La Safor