“El 30 de febrero de este año de 2016, la revista electrónica sueca especializada en temas científicos, “River´s Scientist Research Institute”, publicó un estudio que, tal vez, habrá de revolucionar las ciencias y su aplicación al entorno social.
Un grupo de científicos, encabezados por los doctores suecos Stod Sverderg, Kurt Wallander y Stellan Skarsgard, presentaron un complejo análisis multidisciplinario que llega a una conclusión que sonará escandalosa: hay una relación directa entre el aumento en la cantidad y calidad de los movimientos feministas y la disminución de la tasa de natalidad.
Combinando métodos de estadística, embriología, biología molecular, genética y análisis conductual, los científicos establecen que el aumento en la diversidad y beligerancia del feminismo, provoca una inhibición de la libido en los varones, lo que reduce la frecuencia de la actividad sexual reproductiva.
Pero no sólo. Análisis de laboratorio establecen que los espermatozoides de los varones expuestos a la actividad feminista son más débiles que los de los varones que no están expuestos. Lo que se conoce como astebizisoermia, o síndrome del “espermatozoide perezoso”, tiene más presencia en la población masculina de las sociedades donde el feminismo ocupa un lugar protagónico en las relaciones sociales. Según la prestigiada publicación citada, el doctor Everet Bacstrom, del “Rainn Wilson Institute”, con sede en Londres, Inglaterra, confrontó los resultados de la investigación con una muestra de varones europeos, de clase media, WASP, y obtuvo la misma conclusión.
Por su parte, las activistas feministas europeas, Chloë Sevigny y Sarah Linden, consultadas por la publicación, declararon que todo no era más que una sucia maniobra de lo que llamaron “el cientificismo patriarcal”.
Mientras tanto, el centro internacional de consultoría para gobiernos “Odenkirk Associated”, declaró, a través de sus voceros, James Gordon y Harvey Bullock, que recomendarían a los gobiernos de los países del primer mundo, cito textualmente, “inhibir el activismo y la beligerancia de los grupos feministas”, para así elevar la tasa de natalidad en los países desarrollados. Así mismo, declararon que recomendarán a los gobiernos de los países del Tercer mundo, principalmente en África y Latinoamérica, alentar el surgimiento y participación de grupos feministas, principalmente en zonas marginadas, de modo que se reduzca la tasa de natalidad en esos sectores, evitando así que proliferen los disturbios sociales.
Consultadas al respecto, las asesoras de la Comunidad Económica Europea, Stella Gibson y Gillian Anderson, se negaron a confirmar o desmentir que el citado estudio será la base de la nueva política internacional de Europa para con el tercer mundo.”
Bien, esto que les he leído es un ejemplo del nuevo periodismo científico. Aunque es mi autoría total, se los damos como regalo de fiestas decembrinas. Tómenlo y hagan un experimento: publíquenlo.
No recurran a la prensa escrita. Salvo el que esto escribe y un cada vez más reducido número de personas, ya nadie lee los periódicos y revistas para informarse. Vaya, ni siquiera quienes escriben en esos medios los leen, sólo consultan las referencias que de sus textos se hagan en redes sociales; y más, son las redes sociales quienes les dictan el tema que deben tratar. Hace apenas unos meses, leí a un “líder de opinión” y “analista especializado”, preguntar a sus “seguidores” el tema que debía tratar en su columna periodística: “fav, si sobre la candidata del Consejo Nacional Indigenista” (me cae que así escribió), “rt, si sobre el gran camarada y dirigente, sol de nuestra ruta y preclaro constructor del porvenir”. No necesito decirles que ganaron los rt.
No, si quieren tener “repercusión mediática” recurran, como fuente primaria de difusión, a las redes sociales.
Busquen a una estrella de las redes sociales, por ejemplo, un adolescente tuitstar con cientos de miles de seguidores, alguien preocupado siempre por darle a sus fans materiales que promuevan la tolerancia crítica, el debate racional y la reflexión profunda (cosas que, es evidente, se encuentran en abundancia en esa estimulante red social). Alguien como, por ejemplo, John M. Ackerman (253 mil seguidores). Sí, ya sé que dije que un adolescente, y el señor John Ackerman ya tiene sus kilómetros recorridos, pero estoy hablando de edad mental, así que sean comprensivos.
Luego “síganlo” y consigan que no los bloquee. Esto es muy sencillo, no necesitan escribir nada medianamente inteligible. Basta con llenar su “time line” de rt´s de todas las grandes y sólidas verdades que emanan del teclado del susodicho. Y tampoco eso es complicado, porque pueden configurar su cuenta de ustedes para que dé rt en automático.
Bien, ahora sólo necesitan convencer a ese “influencer” que ponga una breve referencia al citado estudio, y sus cientos de miles de seguidores, en automático, le darán fav y rt.
Así el estudio “científico” será un éxito y será la base de futuros análisis, coloquios, mesas redondas y entrará a la abultada biblioteca de las teorías de la conspiración.
No, no tendrán que preocuparse de que alguien se tome la molestia de analizar críticamente la nota supuestamente científica y se dé cuenta de lo siguiente:
.- Febrero no tiene 30 días.
.- “River” es una serie policial británica en la que protagonista, John River, es interpretado por el sueco Stellan John Skarsgård.
.- Stod Sverderg y Kurt Wallander, son personajes de la serie policial sueca “Wallander”.
.- Everet Bacstrom, es el nombre del protagonista de la serie policial “Bacstrom”, y Rainn Wilson es el nombre del actor.
.- Chloë Sevigny es el nombre de la actriz que protagoniza, en el papel de Catherine Jensen, la serie policial danesa “Those Who Kill”
.- Sarah Linden es el nombre de la protagonista de la serie policial estadunidense The Killing, con la actriz Mireille Enos.
.- Bob Odenkirk es el nombre del actor principal de la serie “Better Call Saul”, supuestamente la precuela de Breaking Bad.
.- James Gordon y Harvey Bullock son personajes de la serie “Gotham”.
.- La Comunidad Económica Europea no existe más, desapareció en 2009 para dar paso a Unión Europea.
.- Y Stella Gibson y Gillian Anderson, son respectivamente el personaje protagónico y la actriz que desempeña ese papel en la serie “The Fall”.
Ahí disculpen si mi pronunciación del inglés está lejos de la etiqueta de coloquios científicos internacionales, y más bien parece de “wet back” de los años 40´s, pero la solidaridad con los migrantes latinos que padecen la pesadilla Trump tiene caminos insospechados y no siempre evidentes. En todo caso, quienes lean y no escuchen estas palabras, no tendrán por qué ligar nada con el horror que ya se vive al norte del río Bravo.
Claro, hubiera bastado que cualquiera de ustedes “googleara” las principales referencias para darse cuenta de que el supuesto “estudio científico” descrito, es un completo fraude.
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¿Tiene qué preocuparse la ciencia de esos fraudes que reducen el quehacer científico a una caricatura de consumo masivo?
¿Creen que sólo deben enfrentarse a la religión y al creacionismo? La religión es la religión, no pretende ser científica. En cambio, la pseudociencia sí es un problema mayor. Si creen que están en la época de la Ilustración, y son felices ridiculizando los paradigmas religiosos y ganando las encuestas de popularidad de la televisión en stream, donde se enfrentan ateos contra creyentes, no se han dado cuenta del boquete que las ciencias tienen bajo la línea de flotación.
Las pseudociencias o ciencias falsas no sólo ganan cada vez más seguidores, se están convirtiendo ya en una explicación aceptada de la realidad.
Si no me creen, tomen una terapia de cuarzo y de balance bioenergético. O inscríbanse en un diplomado de “Teoría de la Ciencia”, en la división de estudios superiores de una universidad respetable, y sorpréndanse de que deben cursar una materia que se llama “filosofía científica” (el oximorón que les persigue desde aún antes de las leyendas de Prometeo, Sísifo y Teseo).
Créanlo o no, los tiempos oscuros que se vienen, llevan ya a las ciencias, del banquillo de los acusados, al patíbulo social.
Ya volveré en otra ocasión sobre este punto más en extenso.
Pero ahora esto viene al caso, o cosa, según, porque, así como ustedes tienen que confrontar la invasión de esas ciencias falsas, nosotras, nosotros zapatistas enfrentamos eso y algunas cosas más.
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En nuestra participación en la primera sesión general de ayer, les presenté algunas de las preguntas que mis compañeras y compañeros que han sido seleccionados como alumnas y alumnos suyos, prepararon.
No son mis preguntas. Si fueran mías, hubieran sido de otro estilo. Serían preguntas tipo: ¿Qué relación hay entre la sopa de calabaza y la deficiencia cognitiva?, ¿Cuáles son cualidades nutritivas de ese portento alimenticio que es el helado de nuez?, ¿las inyecciones son una forma pseudocientífica de la tortura?, etcétera.
Así que lo único que hice con las preguntas de mis compas fue agruparlas. Quité algunas preguntas porque supuse que serían respondidas en las exposiciones y por otra razón que, si da tiempo, les explicaré.
Estas 200 compañeras y compañeros, 100 mujeres y 100 hombres, fueron seleccionados para asistir, es decir, responden a colectivos. Su presencia aquí no obedece a interés o beneficio personal. Al regresar, deben responder a sus colectivos sobre lo que este encuentro fue, lo que aprendieron o no, lo que entendieron o no. O sea que están obligados a socializar el conocimiento. Esta es la razón por la que ven que estos compas escriben y escriben en sus cuadernos y se consultan entre sí, con una agitación que dudo que encuentren en su alumnado en la academia.
Con esto quiero decirles que, aunque aparentemente ustedes están confrontando a 200 encapuchados y encapuchadas, en realidad sus palabras llegarán a decenas de miles de indígenas de diferentes lenguas originarias.
Sí, da un poco de miedo. O mucho, según.
El interés por la ciencia en las comunidades zapatistas es legítimo, real. Pero es relativamente nuevo, no ha sido siempre así. Responde a una de las transformaciones que nuestra lucha ha experimentado, a nuestro proceso de construcción de nuestra autonomía, es decir, de nuestra libertad.
Esto se los explicará más en extenso el compañero Subcomandante Insurgente Moisés en la sesión de mañana. Por ahora sólo me detendré en un par de detalles:
1.- Las comunidades indígenas zapatistas, representadas aquí por estos 200 transgresores del estereotipo del indígena que reina en la derecha y la izquierda institucional, no conciben este encuentro como un evento único. Para que me entiendan: no es una aventura pasajera. Ellos, los pueblos zapatistas, esperan que este primer encuentro sea el inicio de una relación estable y duradera. Esperan seguir en contacto con ustedes, mantener un continuo intercambio. O como dicen en los pueblos: “que no sea la primera ni la última vez”.
2.- El modo de nuestro modo. Para que no se desesperen y para que entiendan por qué no hay preguntas después de cada exposición, permítanme explicarles cuál es nuestro modo como alumnas y alumnos.
Nosotras, nosotros, no nos planteamos problemas individuales. Como alumnado funcionamos también en colectivo. Cada quien hace sus apuntes, luego de la clase o la plática, se reúne el colectivo y se completan los apuntes tomando lo de todos. Así, si alguna o alguno se distrajo o entendió otra cosa, los demás le completan o le aclaran. Por ejemplo, en la ponencia de ayer, la del físico que leyó la Doctora, hay una parte donde él señala que alguien pudiera decir que no hay avances en las ciencias, comparando con países desarrollados, porque en México somos indios. Un compa zapatista estaba bastante molesto porque, según él, el físico nos estaba criticando como indígenas que somos y nos echaba la culpa del nulo avance científico en nuestro país. En la recapitulación colectiva le aclararon que no el físico decía eso, sino que el físico criticaba a los que decían eso.
Con las preguntas ocurre lo mismo. Primero se preguntan entre ellos sus dudas. Así, buena parte de ellas se aclaran porque son producto de que no escucharon, o no apuntaron bien o no entendieron lo que se decía. Otro tanto de las preguntas las responden entre sí. Y ya entonces quedan las preguntas que sí son dudas colectivas.
Yo sé que a ustedes les puede parecer un proceso engorroso y tardado, y que más de una, uno se desilusione pensando que no participamos, o que no supo captar la atención de nosotros. Se equivoca: después de que se reúnan los colectivos de cada zona, escribirán las preguntas que les surgieron y se las haremos llegar por el mismo medio por el que se les invitó a este encuentro. Al menos mientras acordamos un medio y un modo para estar comunicados.
Claro, todo esto parte del convencimiento nuestro de que este encuentro es el primero de muchos, y que todas, todos ustedes mantendrán comunicación con sus alumnas y alumnos, y, a través de ellas y ellos, con decenas de miles de zapatistas.
Entonces, tengan paciencia. Al menos la misma con la que acometen sus investigaciones y experimentos, o con la que desesperan a que les aprueben el presupuesto para sus proyectos.
Dicho lo anterior, permítanme proponerles la metodología zapatista por excelencia: responder a una pregunta con otra pregunta.
Así, tendrían que iniciar sus respuestas con una pregunta fundamental: ¿por qué están preguntando eso?
Bien, les explico. Debido al modo del zapatismo, nuestra acción en las comunidades no pretende hegemonizar ni homogeneizar. Esto es: no nos relacionamos sólo entre zapatistas, ni pretendemos que todos lo sean. Mientras nuestros tropiezos y errores son sólo nuestros, nuestros logros y avances los compartimos con quienes no son zapatistas e incluso con quienes son antizapatistas. Para entender el porqué de eso, sería necesario estudiar nuestra historia, algo que rebasa con mucho las pretensiones de este encuentro.
Por ahora baste con decir que, por ejemplo, los promotores de salud apoyan también a partidistas. Así que, si un promotor de salud está vacunando, no es extraño que se tope con partidistas que se niegan porque, argumentan, las vacunas no son naturales, porque son venenosas, porque enferman, porque meten males en el cuerpo y otras supercherías que se deben, lo que sea de cada quien, al fraude que es el sistema gubernamental de salud. En efecto, los mayores y mejores promotores de la mala salud en las comunidades partidistas, son las autoridades gubernamentales.
Por eso, frente a los dichos de los partidistas, la promotora de salud busca cómo argumentar y convencer de que sí es buena la vacuna. Por eso es lógico que una de las preguntas que les leí ayer sea: ¿Científicamente es necesario vacunarse y por qué, o hay medios y/o formas para sustituir las vacunas por otras cosas? Por ejemplo, las enfermedades de tosferina, sarampión, viruela, tétano, etc. Con esta pregunta, les están pidiendo más argumentos.
Igual es con los promotores de educación, las locutoras de radio comunitaria, las autoridades y las coordinaciones de colectivos.
Otro ejemplo: cuando en una comunidad una persona se convulsiona o se enferma y presenta síntomas extraños, los partidistas empiezan a decirse que es que alguien hizo brujería. Como las acusaciones de brujería suelen terminar en linchamientos, los zapatistas se esfuerzan en convencer a los partidistas de que no hay tal cosa, que las convulsiones tienen una explicación científica y no mágica, y que no es brujería sino epilepsia lo que provoca esos ataques. Por eso les preguntan de lo sobrenatural, las ciencias ocultas, la telepatía, etcétera. No hay estadísticas de esto, pero más de un partidista le debe al neozapatismo el no haber sido linchado por brujería, mal de ojo, y cosas parecidas.
Están también las preguntas sobre tópicos de los que han recibido visiones contradictorias. Por ejemplo, los transgénicos. Hay quien les dice que son perjudiciales y hay quien dice que no, o que no como se cree. Entonces los compas piden pruebas científicas, y no consignas, de una u otra posición.
El día de ayer, la bióloga nos platicaba de una encuesta que realizó, me parece, en redes sociales. Nos dijo que alguien le respondió que participaría cuando incluyera entre las opciones algo como “la ciencia es un mal”.
Bueno, a las comunidades zapatistas llega todo tipo de gente. La mayoría a decirnos lo que debemos o no hacer. Llega gente, por ejemplo, que nos dice que es bueno vivir en casas con piso de tierra y paredes de bajareque y barro; que es bueno andar descalzos; que todo eso nos beneficia porque nos pone en contacto directo con la madre naturaleza y recibimos así, directamente, los efluvios benéficos de la armonía universal. No se reían pensando que estoy caricaturizando, estoy transcribiendo textualmente una valoración de un exalumno de la escuelita zapatista.
“La modernidad es mala”, dicen, e incluyen en ella el calzado, el piso, las paredes y el techo de material, y la ciencia.
Claro, la ciencia no tiene mucho a su favor. De su mano llegan las minas a cielo abierto, las maquinarias para levantar hoteles y fraccionamientos, los cultivos impuestos con dádivas y programas gubernamentales de “progreso”.
Se dice que la religión llegó a las comunidades indígenas con la espada, cierto. Pero se olvida que las pseudociencias y las anticiencias llegan de la mano de la buena vibra, el naturismo como neo-religión, el esoterismo como “sabiduría ancestral”, y las microdosis como neo-medicina.
Yo comprendo que esas cosas funcionen en los establecimientos hípsters de San Cristóbal de Las Casas o de los Coyoacanes más cercanos a su corazón, y que suenen bien mientras se dan un toquecín (prexta pa la orquexta), bebiendo smartdrinks y consumiendo drogas blandas. Ok, cada quien se evade de la realidad según su presupuesto. No lo juzgamos.
Pero entiendan que el reto que nos hemos propuesto afrontar como zapatistas que somos, necesita herramientas que, lamento si desilusiono a más de una, uno, SÓLO nos pueden proporcionar las “ciencias científicas”, que es como el Subcomandante Insurgente Moisés denomina a las ciencias “que sí son ciencias”, a diferencia de las ciencias que no lo son.
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También ayer se nos habló de un experimento de algo así como “ciencia y género”. Creo que era así: se ponían a un hombre y a una mujer a competir por un puesto en la academia, una y otro con idéntico curriculum vitae; quienes seleccionaban, estaban al par: igual cantidad de hombres que de mujeres; seleccionaban al hombre; les preguntaban por qué lo habían elegido a él y no a ella, y respondieron que la mujer era sumisa, conciliadora y débil.
Claro, mi composición químico biológica incluye las obras completas de José Alfredo Jiménez y Pedro Infante, así que celebré la decisión. Pero luego, con el SubMoy quedamos pensando y haciendo cuentas.
Le preguntamos a la insurgenta Erika (aquí presente) qué pensaba de eso. Ella, a su vez, me preguntó qué significaba “sumisa”, le dije que “obediente”. Luego que qué quería decir “conciliadora”, “que no pelea, que no quiere imponer, que busca el acuerdo”, le respondí. De “débil”, dijo que sí entendía. Quedó pensando un rato y nos respondió: “creo no conozco esas cosas”.
Así que, discúlpenme si vivimos en otro mundo, pero no conocemos a ninguna compañera que sea sumisa, conciliadora y débil. Tal vez porque si lo fueran, no serían zapatistas.
Sin embargo, creo que en estas tierras, ése experimento tendría tal vez el mismo resultado, pero con la razones en contra, a favor. Es decir, elegirían al hombre precisamente porque la mujer no es sumisa, ni conciliadora, ni mucho menos débil.
Y les menciono esto, por lo que a continuación explico:
La anécdota me la contó el Subcomandante Insurgente Moisés y se las narro aquí, después de confirmar los detalles con él.
Debió haber sido en un caracol, en una reunión para el curso de la Hidra que se dio a mensajeros y mensajeras, no está seguro.
El asunto es que una compañera jóvena lo topó al SubMoy y le dijo algo como “Oí compañero subcomandante, yo tengo una duda a ver si lo puedes resolver” (el cambio continuo del femenino al masculino en una misma oración no debe sorprenderles, es ya parte del “modo” en que se habla la castilla en muchas de las comunidades).
El SubMoy le respondió algo como “bueno compañera, dime y si sí sé, te respondo; y si no, pues vamos a ver cómo le hacemos”.
Se veía que la jóvena tenía días y noches con la pregunta rondándole la cabeza, así que la soltó sin titubear:
¿Por qué esa flor es de ese color, por qué tiene esa forma, por qué tiene ese olor?
Ella no se detuvo ahí. Sentía que había librado el obstáculo principal (expresar la pregunta), así que se siguió de largo:
“Y no quiero que me respondan que la madre tierra con su sabiduría así la hizo a la flor, o que el Dios, o lo que sea. Quiero saber cuál es la respuesta científica”.
El SubMoy pudo haber respondido lo que cualquier militar, de izquierda o de derecha, hubiera respondido: que se dejara la compañera de tonterías y se fuera a la posta, o al trabajo que le tocaba, o que se pusiera a estudiar los 7 principios, o que se aprendiera bien la explicación de la Hidra; o tal vez la hubiera remitido a la JBG o al MAREZ o a la comisión de educación o de salud.
Pudo haber hecho eso, pero no lo hizo. El SubMoy me explicó lo que le respondió, cierto. Pero yo me quedé pensando en la multitud de opciones que, en diferentes calendarios y geografías, hubieran inspirado otras respuestas.
Ya con todo eso pasado, a mí, alquimista inédito y anacrónico, se me ocurre que la compañera zapatista no esperaba que el SubMoy le respondiera por qué la mentada flor era la flor que era, sino que captara, como quien dice, la complejidad que en esa flor se anidaba
Tan sólo la pregunta y quien la hacía, ya daba para un seminario completo de historia del zapatismo. No, no los voy a abrumar contándoles una historia que seguro no les interesa. Ustedes ahora, como yo entonces, están más interesados en saber qué le respondió el SubMoy a la compañera.
El SubMoy me contó, con el tono pausado y didáctico que es su modo de por sí, que se dio cuenta de que, detrás de esa pregunta, había no sólo una pregunta, sino una pregunta todavía más grande.
Una pregunta que tenía qué ver con lo que, entonces y ahora, se refiere a los cambios que hay en las comunidades zapatistas.
La compañera jóvena, a diferencia de su madre y de su abuela cuando tenían la misma edad, ha ya rechazado dos propuestas matrimoniales (“acaso estoy pensando en marido”, fue la idéntica respuesta que recibieron los 2 pretendientes que, previamente, se habían vaciado medio frasco de loción y se habían peinado con un gel que les durará siglos); habla con fluidez dos lenguas, la materna y la castilla; sabe leer y escribir con una corrección que ya quisieran estudiantes de licenciatura de cierta universidad nacional; ha cursado la primaria y la secundaria autónomas; se desempeña como promotora de salud y Tercio Compa; maneja sin dificultad la computadora y hasta 3 sistemas operativos distintos (iOS, Windows y Linux), además de cámara y programas de edición de video; y navega con soltura en internet, claro, siempre que el clima atmosférico le permita al enlace satelital de la JBG superar la barrera de upload y download de 0,05 kilobites por segundo, y que el límite contratado no se haya agotado con las denuncias de las comunidades.
Con esos antecedentes, era de esperar que no quedara satisfecha con la respuesta de “la madre tierra, con su infinita sabiduría, ha hecho esa flor así como es, porque todo está en armonía con la fuerza universal que emana de la naturaleza” (aquí pueden todos cerrar los ojos, tomarse de las manos y repetir conmigo “ommm, ommmm”).
O sería lógico pensar que, cuando su madre, como respuesta a la pregunta, la hubiera mandado por agua o por leña, la jóvena fuera por las susodichas sin rezongar, pero rumiando la pregunta en el camino de 4 kilómetros a por la leña, o de 2 km a por el agua.
Claro, si les digo que la jóvena zapatista de la pregunta se llama “Azucena”, o “Camelia”, o “Dalia”, o “Jazmín”, o “Violeta”, o, claro, “Flor”, ustedes van a pensar si no son ya suficientes las obviedades absurdas como para seguir lloviendo sobre mojado, así que no, no tiene ninguno de esos nombres. Y no les diré la verdad, a saber, que la compañera se llama Rosita, su mamá se llama Rosa y su abuela se llama Rosalía. Imaginen el horror si la compañera tiene una cría hembra, seguro le va a poner de nombre “Rositía”.
Bueno, el asunto es que, cuando unos días después, el SubMoy me dijo que teníamos que pensar en cómo contactar a los científicos, yo puse la misma cara de extrañeza que pusieron ustedes cuando vieron el título de esta participación. Por supuesto que el SubMoy no se dio por aludido, así que me obligó a preguntarle: “¿y eso por qué, o a qué viene?”
El SupMoy encendió un cigarrillo y me respondió lacónico: “La culpa es de la flor”.
Yo, claro, a mi vez encendí la pipa y quedé callado, pero puse cara de “ah, ¿te cae?”. Nah, no es cierto, puse cara de “¡¿What?!”. Nah, tampoco es cierto. Pero de algo puse cara, porque no traía pasamontañas y el SubMoy se río y me explicó lo que antes les he referido.
El contexto, como quien dice, de la pregunta, y la respuesta, es lo que el SubMoy les platicará mañana.
Así que si a ustedes, científicas y científicos, cuando ya estén de regreso en sus mundos, alguien les pregunta por qué se realizó este encuentro, o a qué vinieron, o de qué se trató, o cómo les fue, pueden ustedes iniciar su larga o corta respuesta así:
“La culpa es de la flor”.
Muchas gracias.
Desde el CIDECI-Unitierra, San Cristóbal de las Casas, Chiapas, México, Latinoamérica, planeta Tierra, Sistema Solar, etc.
SupGaleano.
27 de diciembre del 2016.
Del Cuaderno de Apuntes del Gato-Perro:
Defensa Zapatista, el arte y la ciencia.
No se ha podido esclarecer bien a bien la razón. Unos dicen que fue una apuesta. Otros que el Pedrito se pasó de rosca y así le fue. Algunos señalan que sólo era una práctica. Los menos, hablan de un partido de fútbol en toda su forma, decidiéndose en los últimos segundos cuando el árbitro, el SupMoisés, decretó la pena máxima.
El caso, o cosa, según, es que la niña Defensa Zapatista está a unos metros del manchón de penal, donde un balón deshilachado espera.
En la portería, el Pedrito balancea sus brazos como el portero que fue de lo que fue la selección de fútbol de lo que fue la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas: Lev Yashin, “la araña negra”. Pedrito sonríe socarrón, pues según él, puede predecir a dónde dirigirá su disparo la niña: “Defensa Zapatista es perfectamente predecible. Como acaba de regresar de la plática de mensajeras, seguro que tirará abajo y a la izquierda”
Por su parte la niña, que apenas levanta poco más de un metro del suelo, voltea a mirar hacia uno de los costados de la cancha (en realidad es un potrero en el que irrumpen, impertinentes, vacas con becerros, además de un caballo tuerto).
En ese costado se pueden ver: un extraño ser, mitad perro y mitad gato, meneando alegre la cola; y a dos individuos que, si no fueran éstas tierras zapatistas, se podría decir que desentonaban totalmente con el paisaje. El uno, de complexión mediana, cabello canoso y corto, portando una especie de gabardina. El otro, flaco, alto y desgarbado, con un elegante gabán y un sombrero ridículo en la cabeza.
La niña va hacia el extraño grupo. El caballo choco se acerca también. Cuando están reunidos, el hombre delgado dibuja extrañas figuras sobre el suelo, mientras la niña mira con atención y asiente cada tanto con la cabeza.
La niña Defensa Zapatista regresa al área grande y toma posición. Inicia un trote hacia el balón, pero se sigue de largo, sin tocar siquiera el esférico, y se detiene a pocos centímetros del lado derecho de la portería defendida por el Pedrito, que mira receloso a la niña. Defensa Zapatista se ha detenido y, en cuclillas, empieza a escarbar un poco el suelo, de modo de tomar una flor con todo y su raíz. Con cuidado, la niña lleva la flor en sus manitas, la planta de nuevo lejos de la portería y regresa a la cancha.
El respetable está en vilo, intuyendo que está presenciando uno de esos eventos irrepetibles en la historia del mundo mundial.
El Pedrito, por su parte, está más que confiado. Si tenía alguna duda, Defensa Zapatista ha cometido un grave error: al quitar la flor de donde se encontraba, la niña ha delatado la dirección a la que irá su disparo: abajo y a la izquierda de Pedrito. Claro, se dijo Pedrito, porque las niñas cuidan las flores, entonces Defensa Zapatista no querría que el balón arrancara la flor.
Por si faltara más suspenso, la niña se ha colocado no a distancia del balón y frente a la portería, sino que se coloca justo a un lado de la pelota y dándole la espalda a un Pedrito que ya sonríe imaginando las burlas que le hará a Defensa Zapatista por el penal fallado.
Defensa Zapatista voltea el rostro hacia donde se encuentra el extraño ser llamado Gato-perro, quien empieza a dar brinquitos, girando sobre sí mismo, como un monito bailarín. La niña sonríe e inicia un movimiento que dividirá las opiniones durante las próximas décadas:
Unas participantes del CompArte dicen que inició con la primera posición de ballet, levantó y recogió su pierna derecha, y empezó a girar sobre sí misma, en el movimiento que llaman “pirouette en dehors”, con “relevés” y “passés” rotados. “Fue impecable”, añadieron.
El finado SupMarcos dijo que lo que había ejecutado Defensa Zapatista no era otra cosa que la Ushiro Mawashi Geri Ashi Mawatte, el movimiento de artes marciales que se logra poniéndose de espaldas al objetivo, dando un giro de casi 360 grados y culminando con una patada al frente con el talón del pie.
Las insurgentas reunidas en la célula “Como Mujeres que Somos”, por su parte, dijeron que la flor que recogió Defensa Zapatista era del bejuco conocido como “Chenek Caribe”, cuyas flores semejan pollitos o pajaritos y que es con lo que las niñas más pequeñas juegan en las comunidades indígenas de la Selva Lacandona. El “Chenek Caribe” suele florecer en potreros y acahuales, y es un indicador de que la tierra está lista para la siembra de maíz y frijol.
El SupGaleano que, como siempre, está de colado en estos textos, dice que estaba claro que el Pedrito se iba a confundir con lo evidente; que, en efecto, Defensa Zapatista iba a tirar el disparo abajo y la izquierda, pero que Pedrito pensó que a SU abajo y a la izquierda, y el tiro fue abajo y a la izquierda sí, pero desde la perspectiva de la niña.
El Doctor Watson dijo que lo que hizo Defensa Zapatista fue una breve emulación de la danza-meditación Sema de los Derviches de la orden Sufí, tal y como la vio en su estancia en Turquía, y en la que los danzantes giran sobre sí mismos y se desplazan, semejando el movimiento de los planetas en el cosmos.
El detective consultor Sherlock Holmes explica que ni una cosa ni la otra, que lo que hizo la niña fue aplicar la explicación científica que le dio sobre la inercia rotacional de un cuerpo y la aplicación de la fuerza centrífuga sobre el esférico. “Elemental, mi querido Watson” dijo el detective extraviado en las montañas del Sureste Mexicano, “era claro que, dado el peso y la estatura de Defensa Zapatista, había que aumentar lo más posible la fuerza con la que conectará el esférico, de modo de darle al balón la velocidad y aceleración necesarias para recorrer los 11 metros. Claro, las probabilidades de que el disparo tuviera éxito estaban en 50 y 50%. Es decir, el guardameta bien podría moverse al lado contrario, o moverse hacia el lado donde iría el balón, deteniéndolo sin dificultad.”
“¿Y la flor?”, preguntó el Doctor Watson. “Ah”, respondió Sherlock, “eso, mi querido Watson, es aportación de la niña y no se me ocurrió a mí. Es más, me sorprendió tanto como al parecer sorprendió al niño que resguardaba el marco. Con eso que hizo, aumentó las probabilidades de que el portero se moviera hacia la dirección donde se encontraba la flor. Fue algo que, es claro, no tenía qué ver con la ciencia, ni con el arte. Si me permite Doctor Watson, fue como si ella hubiera logrado sintetizar ambas cosas. Muy interesante, mi querido Watson, muy interesante.”
Después de la algarabía, los Tercio Compas entrevistaron al Pedrito. Cuestionado sobre la causa del gol recibido, el Pedrito respondió lacónico:
“La culpa es de la flor”.
Doy fe.
Guau-miau.