Desde Rojo y Negro hemos entrevistado a Miren Etxezarreta, una economista que ha trabajado durante toda su vida en la docencia universitaria. Actualmente, Miren participa en diversos movimientos sociales, concretamente en el Seminario de Economía Crítica TAIFA de Barcelona. En él trabajan para desarrollar un pensamiento crítico en economía.
«Tenemos que plantearnos el repensar permanentemente qué está pasando en el capitalismo y cuál debe ser nuestra estrategia»
Nos encontramos en una crisis sistémica que afecta especialmente a las clases asalariadas tanto en el plano moral como en el material, ¿no crees que las consecuencias (desigualdades, exclusión, degradación psíquica, cambio climático, austeridad como método de desposesión de derechos, y el mayor control social) son efectos de no haber sido capaces de impugnar el sistema, es decir, el capitalismo?
Las crisis son inherentes del capitalismo, son parte de él. De cualquier forma, el capitalismo mientras exista seguirá teniendo crisis cada cierto tiempo. Si conseguimos derrocar al capitalismo, ya no habrá crisis, pero en principio será así mientras exista. Aunque ya se ha suavizado un poco, todavía estamos en crisis, y lo que está pasando además de la crisis es un momento de cambio de los elementos principales muy fuerte, es decir, de la globalización del capital, la concentración de ese mismo capital creando empresas enormes de una potencia incalculable, y al mismo tiempo la destrucción del mercado de trabajo, tipo tradicional que existía en el siglo XX, pues todo eso está dando lugar a cambios de grandísima magnitud. Tenemos que plantearnos el repensar permanentemente qué está pasando en el capitalismo y cuál debe ser nuestra estrategia.
Se ha creado una arquitectura de la impunidad en una cadena de niveles interplanetarios, la cual se encuentra compuesta por multitud de eslabones: FMI, BM, OMC, TTII de Comercio e Inversiones, Tribunales, ONU, OTAN, Comisión Europea, G-20, G-8, que, a través de normativas, protegen y blindan los “derechos del capital” y especialmente los “derechos de las grandes corporaciones”.
Expresado en términos históricos y políticos, asistimos a lo que se viene denominando una “feudalización de la norma jurídica”, lo que significa sencillamente que las normas clásicas de los ordenamientos jurídicos liberales dejan de cumplir sus “funciones técnicas” (el objeto y el fin para lo cual fueron creadas) y se constituyen en un orden sagrado (de obligado cumplimiento) donde sus decisiones afectan a la inmensidad del planeta. ¿Crees que hoy se hace impenetrable dicha arquitectura en la pelea a favor de los Derechos Humanos, esenciales para la vida?
El capital siempre ha sido internacional, desde el principio, pero cada vez se ha ido internacionalizando más. A medida que esto ha ido ocurriendo no le ha bastado con el apoyo de los estados nacionales sino que necesita también el apoyo internacional. Y este apoyo internacional es el que ahora le están dando todas estas instituciones públicas que habéis señalado.
Estas instituciones públicas son las que ocupan el lugar del Estado a nivel del capital nacional. Entonces estas grandes instituciones son las que ocupan el lugar que el capital internacional necesita. Al internacionalizarse el capital se tiene que internacionalizar el Estado y esa internacionalización del Estado son estas instituciones públicas.
Los derechos esenciales para todas y todos (a cuidar y a ser cuidadas, el tener un techo, una casa en condiciones de habitabilidad, el derecho a un salario y/o renta básica, el derecho a una pensión suficiente, a una alimentación adecuada… ¿cómo crees, Miren, que podemos revertir esta desposesión de estos derechos esenciales para la vida y volver a meterlos en la agenda de los poderosos y quienes nos gobiernan?
Para ellos no va a ser nunca una prioridad, hagamos lo que hagamos. Lo que tendremos que hacer será imponer nuestros derechos, bien porque se tenga la fuerza política y social para imponerlos a nivel general, o bien, me parece a mí más factible dadas las condiciones actuales, si desde abajo vamos creando iniciativas alternativas de formas de vivir y actuar.
Esperar que ellos acepten nuestros derechos supondría una enorme revolución y un cambio de sistema y ya no estaríamos en el capitalismo. Mientras estemos en el capitalismo ellos no van a reconocer nuestros derechos y la prueba de ello la tenemos en que en este momento en que las fuerzas populares de las clases trabajadoras están débiles están aprovechando para apoderarse de los pocos derechos que ya se habían conseguido. En el momento en el que cesa la lucha de abajo, los de arriba inmediatamente lo que hacen es recuperar los derechos que nos habían concedido. Voluntariamente jamás reconocerán nuestros derechos, se les tendrán que imponer. E imponerlos requiere una gran fuerza a nivel político y esto supone un cambio, una lucha de abajo hacia arriba en la que cada uno, desde nuestros niveles colectivos, no desde nuestros niveles individuales, que cada grupo en su propio nivel trate de organizar las cosas de manera diferente, y se vayan creando y expandiendo redes que lleguen a cubrir un poco el máximo de la realidad social. Pero aún así, toda esa dinámica tendría que enfrentarse, o ya se está teniendo que enfrentar, al enorme poder de las clases dominantes.
¿Por qué se ha desmantelado el estado de bienestar de manera tan rápida y cuáles son los actores políticos, económicos, sociales y subjetivos que han intervenido para que ahora estemos en manos del “Mercado” y sus “mercaderes”?
Yo creo que el capitalismo ha sido siempre así. Ha habido solo un período de 1945, después de la II Guerra Mundial, hasta 1975 en el que las condiciones económicas, políticas y sociales permitieron que el capitalismo estuviera obligado a hacer ciertas concesiones, pero durante el resto del tiempo no hay que pensar que el capitalismo ha sido mejor. La excepción es el período en el que se consiguió el estado de bienestar, pero realmente no podemos ver el pasado como el estado de bienestar y ahora lo malo, no es así. El pasado ha sido siempre malo y en medio hubo una cuña de 30 años que fue diferente. Tenemos que empezar a partir de que el capitalismo es así, tal como se presenta hoy. ¿Cómo recuperar aquellas condiciones? En aquella época fue muy importante la influencia de la II Guerra Mundial, ahora esperemos que no tenga que haber otra guerra pero tenemos que tener la lucha para recuperar esas condiciones. El gran problema de la pérdida de todos estos derechos es fundamentalmente que los que dirigen la lucha por una sociedad justa, es decir, los partidos políticos socialdemócratas y los sindicatos en general, lo que han hecho en generalmente ha sido integrar los valores del capitalismo, y han intentado conseguir las cosas sin mucho conflicto. Si a eso le añadimos las crisis económicas, la de los años 70, la de los 90 y la del 2008, pues todo eso ha ayudado a desmontar la voluntad de lucha de las clases populares. Pero como os decía antes, en el momento en el que esa voluntad de lucha se debilita, el capitalismo recupera su manera habitual de actuar.
Y para cerrar: ¿Pensiones públicas o pensiones privadas? Es decir, que el individuo cubra sus necesidades en el mercado o por el contrario que se adquiera un compromiso solidario intergeneracional solidario entre todos y todas.
Está clarísimo que las pensiones privadas son una verdadera estafa, no solamente para resolver los derechos sociales sino incluso en términos estrictamente económicos. Son inseguras porque el dinero de las pensiones privadas se invierte en bolsa, entonces se puede perder completamente, no tienen ningún beneficio (porque nos dicen que aumentarán los beneficios pero si miras los números no es verdad) y además son carísimas porque los bancos cobran una comisión cada año. Por lo tanto, en sí mismas, sin comparar con nada más, las pensiones privadas son una estafa.
Las pensiones públicas, y hay diversos modelos, permiten que la sociedad en su conjunto, sobre todo las clases trabajadoras, responda por las personas que ya no pueden trabajar. En este sentido es uno de los fundamentos esenciales de una sociedad mínimamente viable, no digo ya justa. Por lo tanto son las pensiones públicas las que hay que apoyar. El sistema preciso sobre el que hay que apoyar, pues por ejemplo en España, durante muchos años, el sistema ha sido de reparto. Pero ahora, si por los problemas del mercado de trabajo el sistema de reparto no funciona, tendrán que dedicar un sistema más general sobre la base de que se complete con impuestos el dinero que no se reúne con cotizaciones. Pero sin duda tiene que ser un sistema público porque el privado, ni en sí mismo, resuelve el problema.
Redacción Rojo y Negro