¿QUIÉNES SON LOS ANARQUISTAS Y QUÉ ES ANARQUISMO?

Tras el uso de tácticas callejeras activistas en las protestas de la inauguración de Trump, la controvertida cancelación de dos prominentes oradores de derecha en la Universidad de California, Berkeley, y variadas acciones notorias contra la extrema derecha, los anarquistas han recibido una mayor atención mediática y suscitado un extenso debate, particularmente alrededor de las luchas antifascistas. Pero muchas personas siguen confundidas con respecto al anarquismo, asociándolo con violencia indiscriminada, caos y desorden. Esta imagen distorsionada contraviene más de un siglo de actividad anarquista dentro y fuera de Estados Unidos. De modo que, si no es caos o desorden, ¿qué representa el anarquismo? ¿En qué creen los anarquistas?

Valores centrales del anarquismo

Al nivel más elemental, los anarquistas creen en el valor igualitario de todos los seres humanos. Los anarquistas también creen que las relaciones de poder jerárquicas no sólo son injustas, sino que corrompen a quienes ostentan poder y deshumanizan a quienes no lo tienen. En cambio, los anarquistas creen en democracia directa, cooperación y solidaridad. Los anarquistas se oponen al estado, el capitalismo, la supremacía blanca, el patriarcado, el imperialismo y otras formas de opresión, no porque crean en el desorden, sino más bien porque creen en una libertad igualitaria para todos y se oponen a todas las formas de explotación, dominación y jerarquía.

De modo que, si los anarquistas no están a favor del desorden y el caos, ¿qué apoyan? Los anarquistas reconocen que el orden social actual promueve un desorden individualista y competitivo, y la destrucción de la ecología, no la libertad para todos. Por ejemplo, bajo el capitalismo, la élite adinerada posee la libertad de dominar y explotar al resto de nosotros, mientras nos quita la libertad de controlar nuestro trabajo y nuestras vidas, y nos despoja de la capacidad de participar equitativamente de las ventajas económicas y tecnológicas de nuestro mundo creadas global e históricamente. En contraste, los anarquistas apoyan los principios de la solidaridad y la libertad igualitaria para todos, en todos los aspectos de la sociedad.

La democracia directa reemplaza al estado

El estado democrático es una contradicción conceptual para los anarquistas. El estado no es realmente participativo, sino es más bien un sistema de gobierno en que algunos gobiernan y otros son gobernados. Está compuesto de instituciones y relaciones de poder jerárquicas en las que algunos, elegidos o no (en lugar de la sociedad en su totalidad), toman decisiones obligatorias y con carga valórica para el resto de nosotros, e imponen dichas decisiones con la amenaza directa (o subyacente) de violencia. Para gobernarnos a nosotros mismos sin el estado, los anarquistas proponen asambleas de democracia directa con delegados revocables sujetos a mandato popular (es decir, deben transmitir las visiones específicas y los votos de todos los participantes de la asamblea) que son inmediatamente revocables (en contraste con los “representantes” que, luego de elegidos, toman sus propias decisiones) para entablar diálogos, negociaciones y compromisos con grandes cantidades de personas. Por ejemplo, en lugar de elegir senadores y representantes, los anarquistas proponen asambleas de barrio compuestas probablemente por 200 a 400 personas para analizar, debatir y dialogar directamente acerca de los distintos asuntos que surgen en nuestra sociedad. Los grupos de vecinos pueden enviar a sus delegados con votos específicos sobre cada asunto para que haga lo mismo en asambleas subregionales, asambleas regionales y una asamblea global. Si cada uno de estos cuatro niveles de asambleas de democracia directa fuera de alrededor de 300 personas, se puede tener un autogobierno de democracia directa de 8.100 millones de personas. Por supuesto que este es sólo un ejemplo teórico y podría tener distintas formas y cantidades numéricas en la práctica; pero estas estructuras de democracia directa eliminarían la necesidad de que otros tomen decisiones para la población global y, por el contrario, implican la toma de decisiones participativa y  de todas las personas del planeta mediante la democracia directa.

¿Significaría esto que estaríamos en contra de agencias administrativas encargadas de desarrollar investigaciones científicas o coordinar la salud o la educación de la población? Por supuesto que no. Sin embargo, el sistema de control de élite que domina y manipula dichas agencias sería eliminado. En su lugar, estas agencias serían exigibles de abajo hacia arriba mediante nuestras asambleas y concejos de delegados encomendados, y se basarían en la cooperación voluntaria entre quienes estén activos en sus respectivos campos, tal como funcionan muchas asociaciones y agencias en la actualidad, a pesar de los intentos de control gubernamental de arriba hacia abajo.

Un orden económico global igualitario y liberador

¿Qué pasa con la economía? Todos los anarquistas son anticapitalistas y creemos que la clase trabajadora general debe terminar con el capitalismo y reemplazarlo por un sistema económico que nos beneficie a todos. La mayoría de los anarquistas creen en el comunismo (no las dictaduras de estado de lugares como la URSS, China o Cuba lideradas por partidos “comunistas”). Tal como se utilizó el término originalmente en el siglo 19, para los anarquistas, el comunismo significa una sociedad sin estado ni clases en la que la tierra, las máquinas, los edificios, los recursos y otras herramientas/infraestructuras/ubicaciones mediante las cuales desarrollamos actividades económicas serían controladas desde abajo hacia arriba mediante asambleas de democracia directa de trabajadores y delegados encomendados con distintas funciones de coordinación, de forma similar en la que funcionarían las asambleas comunitarias. Es probable que se produjera especialización, pero los trabajos se dividirían más equitativamente para poder reducir el tiempo de trabajo, mejorar las condiciones laborales y eliminar los trabajos indeseables o compartirlos parcialmente entre muchos. El lugar de trabajo sería administrado por quienes realizan el trabajo con responsabilidad ante sus comunidades locales y las federaciones de comunidades de manera subregional, regional y global. El lema comunista “de cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad” significa que se esperaría que cada uno contribuya de acuerdo con su capacidad, sea cual sea. Por lo tanto, las personas podrían satisfacer todas sus necesidades (salud, educación, vivienda, transporte, alimentación, vestimenta, etc.) y cumplir muchos de sus deseos (entretenimiento, artículos de lujo) de manera igualitaria.

A diferencia de algunos modelos que históricamente van de arriba hacia abajo, una economía participativa de abajo hacia arriba estimularía una diversidad de producción de bienes y servicios para las distintas necesidades y deseos de las personas. Sin embargo, todas las personas contarían con la oportunidad de desarrollar sus habilidades y destrezas de acuerdo con sus capacidades, talentos y deseos, de modo que contribuyan a la sociedad de la manera más gratificante y productiva posible. No obstante, no se esperaría que todos trabajen para la sociedad (jubilados, niños en edad escolar, padres con permiso parental, personas con problemas de salud incapacitantes, etc.). Se esperaría distintos tipos y niveles de trabajo social de parte personas solteras en comparación con padres, o de personas con capacidades diferentes en comparación con otros. Cumplir con niveles diferenciados de contribución esperada no significaría niveles diferenciados de compensación. Todas las necesidades y deseos se cumplirían de forma igualitaria para no crear una desventaja para alguien debido a que tiene mayores necesidades (como necesidades de salud o requisitos para sus hijos). En definitiva, en lugar de una sociedad que se basa en el prestigio social mediante la adquisición de bienes, el prestigio social se enfocaría en quienes contribuyen a la sociedad de manera significativa de acuerdo con sus capacidades individuales.

Además, la economía sería una global que busque desarrollar y utilizar las capacidades, los talentos y las habilidades de todos para el beneficio de todos. Esto implicaría un compromiso con la solidaridad internacional y el compartir la tecnología, los recursos y el conocimiento para revertir las inequidades de nuestro mundo creadas histórica, económica, política y socialmente. Permitir que todos desarrollen su potencial proporcionando los recursos, las oportunidades y las conexiones para hacerlo, generará avances profundos en la medida en que liberemos las capacidades de tantos que actualmente no tienen la posibilidad de contribuir a su máxima capacidad. Esto significa que el movimiento que construimos debe ser global. Sin embargo, un cambio social revolucionario probablemente sería irregular debido a triunfos en algunas áreas y contratiempos en otras, mientras establecemos conexiones alrededor del mundo para luchar paralelamente y socavar las fuerzas reaccionarias, elitistas y opresivas bajo el liderazgo de quienes se ven más directamente afectados por ellas.

La eliminación de la opresión social

Más allá de la política y la economía, aún existen profundas injusticias y relaciones de poder dominantes que afectan nuestro mundo. Los sistemas y las culturas de supremacía blanca, prejuicios religiosos, patriarcado, heterosexismo, xenofobia y muchas otras formas de opresión aún dominan nuestro mundo. La destrucción de estas instituciones, sistemas y elementos opresores de culturas es central para la visión anarquista. Estos sistemas se deben destruir y reemplazar por relaciones igualitarias que prioricen el respeto, la liberación, solidaridad, diversidad y autonomía dentro de varias comunidades que permitan que las personas sean libres y completamente humanas de la manera que escojan, mientras esto no implique la dominación, opresión o explotación de otros.

¿Qué pasa con la policía, el comportamiento antisocial y los crímenes? La inmensa mayoría de comportamientos antisociales y crímenes se debe a injusticias estructurales bajo el capitalismo y otros sistemas de opresión socioeconómica. Otro importante factor contribuyente al comportamiento antisocial y a los crímenes se relaciona con servicios de salud mental insuficientes. En una sociedad anarcocomunista, se eliminaría la mayor parte del incentivo y las causas del crimen. No obstante, aún continuarían existiendo remanentes de comportamiento antisocial, violento y opresivo. El anarquismo no apoya la libertad de algunos para explotar, oprimir o dañar a otros: no se trata de un sistema competitivo, abusivo tipo “todos contra todos” como el capitalismo. Por el contrario, el anarquismo se basa fundamentalmente en la eliminación de las relaciones de poder dominantes y opresivas. Esto no implicaría una institución especializada como la policía, que consolida demasiado poder represor en las manos de muy pocos, lo que produce corrupción, abuso y el albergue de sitios dominantes de poder jerárquico. En su lugar, se llevarían a cabo patrullas comunitarias y redes de respuesta rápida de manera organizada, general y rotativa (asistidas por un agudizado sentido de solidaridad, familiaridad y compromiso social entre vecinos bajo el anarcocomunismo) para defenderse contra acciones reaccionarias, antisociales u opresivas por parte de personas y grupos. Los procesos de justicia transformativa, desarrollados considerablemente dentro de variadas culturas indígenas de América del Norte, podrían servir para responsabilizar a los transgresores e intentar evitar dichas acciones en el futuro.

La posibilidad de anarquismo

¿Es esto siquiera posible? Los movimientos explícitamente anarquistas más antiguos que han logrado implementar dicha visión ocurrieron en Manchuria de 1929 a 1931, Ucrania de 1917 a 1921 y España de 1936 a 1939. Los anarquistas también desarrollaron y mantuvieron una importante influencia o fueron fuerzas significativas en algunos de los primeros movimientos obreros en prácticamente todos los continentes a fines del siglo 19 y principios del siglo 20. Más recientemente, también han surgido algunas sociedades izquierdistas libertarias* y revolucionarias (que, aunque no son sociedades anarcocomunistas, están en la misma tendencia y alineadas con muchos de los mismos valores y principios izquierdistas libertarios generales que el anarquismo) en lugares como Chiapas, México durante la década de 1990 hasta la actualidad, lideradas por los Zapatistas, y en Rojava, Kurdistán (al norte de Siria e Iraq) desde 2012 hasta la actualidad (mientras que combaten exitosa y heroicamente contra las fuerzas de ISIS en el proceso).

¿Cómo podemos llegar a esto? Los anarquistas creen en la acción directa, el poder popular y la política prefigurativa. Las estrategias de acción directa significan que los anarquistas no intentan salir electos en cargos públicos (o apoderarse del estado de ninguna otra forma), priorizar desafíos legales en las cortes para cambiar leyes ni obtener cargos administrativos dentro de empresas para cambiar cómo se administran las cosas. En lugar de esto, mediante acciones colectivas de democracia directa que van de abajo hacia arriba en nuestros lugares de trabajo, escuelas y dentro de nuestras comunidades, buscamos obligar a quienes estén en cargos de poder a realizar mejoras en nuestras condiciones (o cambiar directamente las condiciones sin la aprobación de las autoridades), mientras desarrollamos el poder popular de abajo hacia arriba entre la clase trabajadora en general para obtener mayores ganancias y finalmente una transformación fundamental. Por ejemplo, una acción directa colectiva puede implicar huelgas, boicots, bloqueos, desobediencia civil o hacer cambios directamente sin la aprobación de arriba hacia abajo. Además, los esfuerzos educativos y organizacionales más amplios ayudan a desarrollar dichas acciones de manera que se amplíe la lucha y la consciencia. El poder popular que construimos es autónomo del estado, los partidos políticos u otras fuerzas elitistas o jerárquicas, y en cambio representan el poder de democracia directa colectivo e igualitario de la clase trabajadora en general en nuestras comunidades, lugares de trabajo y escuelas.

La política prefigurativa significa que buscamos organizarnos de manera consciente con la sociedad en que queremos vivir mientras desarrollamos el poder popular. Nos organizamos de forma colectiva e igualitaria a través de la democracia directa para enfrentar el capitalismo, el estado y todos los sistemas de opresión tanto fuera como dentro de los movimientos y comenzamos a plantar las semillas y a construir los cimientos de una sociedad nueva a través de un poder popular cada vez mayor que desarrollamos en los movimientos y las organizaciones a los que pertenecemos actualmente. Las diversas fuerzas elitistas, reaccionarias u opresoras no permitirán pasivamente que esto ocurra. Todo esto será una lucha que finalmente llevará a la revolución: la abolición del estado, la expropiación de todos los medios de producción a manos de unos pocos para transferirlos al control y beneficio de todos, y la transformación fundamental de los sistemas, instituciones y culturas dominantes, opresoras y explotadoras de nuestro mundo para dar paso a los sistemas liberadores, libres e igualitarios del mañana.

Pero para crear tal sociedad, los anarquistas creen que debemos comenzar a operar ahora en forma congruente con la misma. Debemos confrontar y socavar todos los sistemas de opresión, dominación y explotación en nuestras comunidades, escuelas y lugares de trabajo, y construir modelos y relaciones alternativas en el proceso. Las semillas del nuevo mundo que estamos creando mediante el poder popular que desarrollamos en la lucha contra la opresión del viejo mundo, deben crecer con el tiempo durante la lucha con los sistemas actuales hasta que tengamos la oportunidad de reemplazarlos. Esta revolución debe llevarse a cabo si realmente creemos que todos los seres humanos tienen el mismo valor, que todos debemos tener la misma libertad y que dicho mundo sería un lugar deseable para vivir. Las élites no nos otorgarán esto, por lo que debemos luchar para lograrlo contra sus acciones y en el proceso de desarrollar las nuestras. De modo que únete a nosotros (y a tus vecinos, compañeros de trabajo, compañeros de estudios y a todos los que pertenezcan a la clase trabajadora en general) para combatir contra la dominación, la explotación y la opresión en la lucha hacia el desarrollo de un mundo mejor.

* “Libertario” ha sido utilizado históricamente como sinónimo de anarquismo a nivel mundial. La derecha de Estados Unidos intentó apropiarse de este término en la década de 1970 con la formación del “Partido libertario” que es procapitalista, competitivo y extremadamente individualista. Este no tiene nada que ver con el anarquismo ni la izquierda libertaria que es socialista, cooperativa y que cree que la verdadera individualidad se cultiva en el contexto de relaciones colectivas saludables.


Thomas Giovanni es un miembro de Federación Anarquista Rosa Negra / Black Rose Anarchist Federation. Traducción al español por Ricardo Araya.

Fuente: http://blackrosefed.org/quienes-son-los-anarquistas-y-que-es-anarquismo/

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