La nueva gramática social del empresariado y los políticos: precariedad, desigualdad y pobreza.
El mes de junio, al igual que los meses estivales, a lo largo de todos los años desde que se conocen las estadísticas laborales, suele ser un buen mes para que baje el paro y aumente el empleo.
Junio del 2017 con varios factores positivos, como el aumento del turismo, mayor crecimiento de la macroeconomía y bajada de los precios de la energía, ha conllevado la realización de más de dos millones de contratos, de los cuales ni tan siquiera el 8% son de carácter indefinido, es decir, el empleo que se crea es no sólo temporal, por lo tanto efímero, sino que su característica principal es la PRECARIEDAD y condiciones salariales indignas.
Que el paro haya descendido en cerca de 99.000 personas es buena noticia, siempre y cuando esos empleos generados por la cantidad de millones de contratos respondieran cada uno de ellos a puestos de trabajo. La realidad queda muy lejos de ese 1 empleo = 1 puesto de trabajo. Hoy para generar un puesto de trabajo se necesitan 4 contratos.
A la vez, las cifras muestran la desposesión de las prestaciones públicas por parte de las políticas del gobierno: el 50% de todas las personas paradas oficialmente (SEPE) que son 3.362.811, NO PERCIBE NINGUNA PRESTACIÓN, y el otro 50% que sí percibe prestaciones, en su mayoría son prestaciones no contributivas, que no llegan a los 426 €.
Con los millones de nuevos contratos (se espera se realicen más de 20 millones a finales del 2017) aumenta la cifra de trabajadores y trabajadoras que entran en la sociedad de la PRECARIEDAD y, a la vez, aumentan sus posibilidades de ser consideradas personas con empleo pero POBRES.
El 30% de las personas trabajadoras, es decir, 4,3 millones de personas, no cobra ni tan siquiera 950€ brutos mensualmente, y sus jornadas laborales en la mayor parte de las contrataciones -especialmente en hostelería, turismo y restauración, así como en comercio- son a tiempo parcial y se les obliga a realizar dobles y triples jornadas de manera fraudulenta e indigna.
El concepto trabajo ha sido transformado desde los parámetros mercantilistas: solamente interesa la productividad y la competitividad, lo cual ha hecho saltar por los aires, no solo el “convenio social” (no escrito) de las relaciones entre el capital y el trabajo, sino que desaparecen los más elementales Derechos Humanos.
La Sociedad, si es sociedad, no es sino un compromiso en común. En consecuencia, los millones de personas ninguneadas, expoliadas, robadas y tratadas de manera indigna, no pueden instalarse en la aceptación de la precarización de las condiciones de vida y trabajo, como la única salida “posible”.
Al igual que el cambio climático no es un fenómeno natural, sino consecuencia de nuestra manera de vivir, de consumir y de sobreutilizar los recursos naturales. La Precariedad, la Desigualdad y la Pobreza, no son sino consecuencia de la gramática social que los políticos, los poderosos, los ricos y la aristocracia del dinero, han diseñado e impuesto para la mayoría social.
Desde CGT seguimos insistiendo: la única salida posible y digna de esta “crisis-estafa” es terminar con este modelo capitalista, siendo la movilización de las personas, asalariadas y desempleadas, la única garantía para conseguir nuestros Derechos.
Secretariado Permanente del Comité Confederal de la CGT