La segregación por sexos es producto de la alianza gubernamental y burocrática que responde a la necesidad del sistema capitalista para perpetuarse.
Asignando roles preestablecidos, dominan, controlan y someten a la mitad de la población, predisponiéndonos a trabajos peor remunerados. La unión segregación por sexo y educación religiosa, busca de manera continuista la separación para reforzar los estereotipos ligados a las diferencias de género. Esta estrategia va encaminada a que las mujeres sigan asumiendo mayoritariamente la maternidad y los cuidados.
Los argumentos de la alianza del régimen se escudan en la pseudociencia, indicando que la evolución de los cerebros masculino y femenino es diferente y que en entornos no mixtos se consiguen mejores resultados académicos. Estas teorías, basadas en etiquetas y estereotipos arcaicos, intentan imponerse a la realidad de que la vida fuera del aula es mixta. La segregación por sexos es la base de las desigualdades. No se debe, desde lo público, patrocinar ningún modelo que permita diferencias educativas de género. La escuela, por mucho que algunos quieran, no es un club elitista de fumadores, es el epicentro de la sociabilización. Sus formas y sus maneras impactan directamente en las familias presentes y futuras e incluso en el modelo sociopolítico que los individuos desarrollan y demandan.
Este sexismo institucionalizado, disfrazado de opción voluntaria, resurge como fuerza de resistencia a los cambios sociales producidos en los últimos 30 años, donde la mujer no solo se ha incorporado de manera masiva al mundo laboral, sino que continua pidiendo igualdad como demostramos propiciando un día histórico el pasado 8M.
La liberación que supone la diversidad sexual y género ponen en verdadera crisis al sistema, y la reacción de éste es apelar a los modos y formas que contengan a la sociedad, sus costumbres y tradiciones. La estigmatización moral y ética es una herramienta muy útil para la represión. No es casualidad que la mayoría de colegios no mixtos sean religiosos.
La disgregación por raza, por color de ojos, por sexo, incluso por color de camiseta, lo único que verdaderamente han demostrado es acrecentar las diferencias, aumentando y exponenciando la xenofobia, el sexismo y el clasismo. Para que se produzca la acumulación es imprescindible expoliar al individuo y el factor diferencia multiplica la plusvalía.
LA DIVERSIDAD NO ES UN PROBLEMA ES UNA OPORTUNIDAD
Madrid a 23 de abril de 2018
Secretariado Permanente del Comité Confederal de la CGT