Cada 28 de septiembre, desde el feminismo visibilizamos nuestra lucha por la despenalización del aborto, un derecho que a menudo es tergiversado como si promoviera que las mujeres interrumpan su embarazo. Bien al contrario, reivindicamos garantizar que las mujeres y personas gestantes puedan tomar esta decisión sin poner en riesgo su vida, su libertad, ni su futuro. Tenemos el derecho a controlar nuestro cuerpo y nuestra autonomía a la hora de reproducirnos.
Miles de mujeres en todo el mundo son obligadas a continuar con embarazos en contra de su voluntad: embarazos no deseados, embarazos de riesgo que ponen en peligro tanto la vida de la mujer como la del feto, o embarazos producto de violaciones. Estas y otras muchas situaciones y circunstancias personales, laborales, sociales o culturales llevan a mujeres a tomar la decisión de abortar, arriesgando su vida, su libertad y su futuro. Desde tiempos ancestrales, las mujeres hemos abortado, y lo seguiremos haciendo con o sin el consentimiento de los Estados, las leyes y sus satélites institucionales.
Es evidente que, en aquellos lugares donde el derecho al aborto es una realidad y se ejerce de manera segura, las mujeres pueden enfrentar esta difícil decisión de manera tranquila y fiable, sin poner en peligro sus vidas. Sin embargo, en otros lugares, se ven obligadas a recurrir a procedimientos clandestinos sin ninguna garantía que proteja su salud. En estos contextos, el aborto no está permitido bajo ningún concepto, o limitado bajo una serie de condiciones, como sucedió durante mucho tiempo en España. La lucha incansable del movimiento feminista ha sido clave para superar los obstáculos que impedían el acceso a este derecho.
En España, a pesar de la Ley Orgánica 1/2023, de 28 de febrero, este derecho sigue sin poder ejercerse en gran parte del territorio dentro de la sanidad pública, y tampoco se ha destinado el presupuesto necesario para su implementación. Además, siguen faltando permisos retribuidos relacionados con nuestra salud sexual y reproductiva, así como la universalización de este derecho.
Millones de personas trabajadoras en todo el mundo viven bajo un sistema capitalista, que no permite a las mujeres convertirse en madres sin renunciar a otros aspectos de sus vidas. Esta situación es consecuencia de la alianza entre este criminal sistema económico y el patriarcado, que siguen ejerciendo su brutal presión sobre nuestras vidas y sobre nuestros cuerpos.
Por ello, un año más, desde la Confederación General del Trabajo (CGT), exigimos un aborto libre, en la sanidad pública, gratuito, seguro y universal.
Secretaría de la Mujer del Comité Confederal de CGT.