Ante el fracaso, por otra parte “cantado”, de la XXI cumbre climática, el problema se agudiza y la tarea de cambiar el sistema, no el clima, ahora simplemente es una cuestión de vida o muerte.
La contradicción de la insostenibilidad de los procesos económicos y de nuestra manera de vivir y de consumir, con la conquista de empleos decentes, con una apuesta por la producción local de bienes, que favorezca sus distribución en proximidad, mediante un transporte (ferrocarril público y social) medioambientalmente sostenible, con el ejercicio de los derechos de la ciudadanía, con la transparencia, con la defensa de la equidad y la cohesión social y con la aplicación de políticas de reparto de tiempos, renta y riqueza, supone trascender la lógica del crecimiento.
CGT comparte la opinión de Ecologistas en Acción pues “los líderes mundiales” no han apostado en París por un cambio real, sino por el mismo modelo devorador de recursos que nos ha traído a la situación actual y nos dirige al colapso ambiental. Es un acuerdo que nos condena, de momento, a un aumento de más de tres grados de temperatura. Una línea roja que ha vuelto a ser traspasada, en un texto donde los intereses de los combustibles fósiles desvirtúan completamente el acuerdo que se queda en palabras vacías de contenido, donde la acción de la descarbonización y la “emisión de gases de efecto invernadero” se lleva hasta el 2050 y, además, la vinculación jurídica para cada uno de los estados firmantes, se basa en la “voluntad individual de estos estados, quienes fijan sus políticas climáticas”…
Que barbaridad, que cinismo, que criminalidad. Las multinacionales -que han financiado la XXI Cumbre Climática- logran todos sus objetivos: que reviente el planeta, aunque, eso sí, un poco más tarde.
Madrid, a 15 de Diciembre de 2015