Movilizaciones masivas en Alemania durante la visita del presidente estadounidense para dinamizar las negociaciones del acuerdo de libre comercio entre EE UU y la UE. La dificultad para llevar a cabo el acuerdo contrasta con los avances de la Comisión Europea para acabar de firmar el acuerdo «gemelo» con Canadá: el CETA.
Barack Obama está decidido a dejar atado el acuerdo de libre comercio entre Estados Unidos y la Unión Europea antes de que termine su mandato pese a que la realidad se muestra tozuda: no será posible que Obama alcance su meta.
Pese al empeño del hawaiano por unir su nombre a un acuerdo que ha sido calificado como «la OTAN económica» por parte de la precandidata demócrata Hillary Clinton, el panorama no indica una rápida resolución de las negociaciones.
«El mismo jefe negociador de EE UU, Dan Mullaney, ha reconocido con ocasión de la última ronda de negociación (en febrero de 2016) que no será posible cerrar las negociaciones antes de la salida de Obama de la Casa Blanca», explica Tom Kucharz, de Ecologistas en Acción.
Este fin de semana, el presidente estadounidense ha estado en Alemania para reunirse con Angela Merkel y le ha trasladado su convencimiento de que la unión económica que supone el Tratado Transatlántico de Comercio e Inversión (TTIP) es beneficiosa para ambas partes y cuenta con el apoyo de la población norteamericana.
Fin de semana anti-TTIP
El sábado, cuando Obama estaba aterrizando en Alemania, decenas de miles de ciudadanos alemanes salieron a las calles de Hanover en una manifestación contra el Tratado. El lema «Amor libre – No librecomercio» y las reminiscencias al «verano del amor del 68» dieron colorido a una demostración que tuvo uno de sus puntos culminantes cuando activistas de Greenpeace descolgaron una pancarta con un mensaje claro hacia Obama: «Yes we can stop the TTIP», (Sí se puede parar el TTIP).
El apoyo de las opiniones públicas alemanas y estadounidenses al tratado está en sus horas más bajas. Una encuesta de Yougov publicada el pasado jueves –y financiada por el todopoderoso «imperio» editorial Bertelsmann– mostró que en los dos últimos años el apoyo de la población al TTIP ha bajado del 53% al 18% en Estados Unidos.
En Alemania, la encuesta señala la misma tendencia: en 2014 más de la mitad de la población (55%) consideraban beneficioso el TTIP, hoy el apoyo ha caído al 17%.
La respuesta a los Tratados vivió este fin de semana otro momento importante con la aprobación de la primera resolución conjunta de 40 ciudades contra el TTIP y el CETA.
Viena, Sevilla, Birmingham, Gorna Malina (Bulgaria), Colonia, Bruselas, Corfu, A Coruña, Zaragoza o Ibiza son algunas de las 40 ciudades que firmaron el pasado viernes un acuerdo que pone «en peligro los principios democráticos ya que reducen el espacio político y restringen el alcance de las decisiones públicas a través de la implementación de una serie de medidas que afectan a la democracia local»,
a son más de mil los municipios europeos que han firmado contra estos tratados «de nueva generación» en Europa. En Estados Unidos, más de 50 ciudades, algunas tan relevantes como Miami, Nueva York, San Francisco y Seattle, se han declarado en oposición al Tratado Transpacífico (tratado que Estados Unidos ha negociado con países de Asia y Pacífico) que también tendrá dificultades de ser ratificado porque todos los candidatos a las elecciones presidenciales han mostrado su oposición al TPP:
Tratado a ninguna parte
Greenpeace vislumbra «signos de desesperación» en el Gobierno de la Casa Blanca respecto del tratado. Juergen Knirsch, experto de esta organización explicaba en una noticia publicada hoy que el Tratado está «dirigiéndose a ninguna parte».
Las dudas se extienden a las más altas esferas. Common Dreams reseñaba recientemente las palabras de Sigmar Gabriel, ministro de Economía alemán, muy escéptico ante unas conversaciones que consideran «congeladas».
Este medio reseña también una supuesta amenaza del ministro de Comercio francés,Matthias Fekl, de levantarse de la mesa de negociaciones ante la parálisis que detecta en la negociación del acuerdo.
La propia Cecilia Malmström, comisaria de Comercio de la Comisión Europea, reconocía este fin de semana que es poco realista terminar antes de terminar las negociaciones en el mandato de Obama. Malmström añadía que «nunca hubo un calendario para negociar el TTIP», algo «falso», para Tom Kucharz.
Según Knirsch, las dos partes han fijado sus posiciones en menos de la mitad de los 25 capítulos que componen el Tratado. No se espera que la ronda de negociaciones que ha dado comienzo hoy en Nueva York vaya a suponer un avance en las negociaciones.
Entre los aspectos más controvertidos está la puesta en marcha del tribunal de arbitraje internacional, el ISDS de otros tratados, que la Comisión Europea ha rebautizado –y presentado a la opinión pública como un Tribunal «público»– con el nombre de ICS. Así lo explica Tom Kucharz:
«En lugar de poner fin al ISDS, la agenda de la UE sobre la protección de los inversores amenaza con encerrar a los miembros de la UE en el ISDS para siempre. Será prácticamente imposible eliminar los privilegios de los inversores una vez que los tratados como el TTIP o el CETA sean aprobados (porque para cambiar los tratados como TTIP o CETA se necesitaría unanimidad en el Consejo de la UE… de hecho, los países tendrían que salir de la UE de darse el caso). La propuesta de la Comisión de una corte de inversión multilateral es esencialmente una corte mundial suprema de acceso exclusivo para las grandes corporaciones».
La batalla del CETA
El enfriamiento de las negociaciones del TTIP, en el que están prácticamente sin tocar capítulos sobre plaguicidas, sustancias químicas, energía o materia prima, «no por voluntad de la Comisión Europea si no por las posiciones encontradas y las contradicciones con el Gobierno de Estados Unidos», apuntan desde Ecologistas en Acción, se produce en plena campaña contra el Acuerdo integral de Economía y Comercio, negociado entre la UE y Canadá, que se encuentra unos pasos por delante del TTIP.
El objetivo de la Comisión Europea es despejar dudas de cara a la reunión del consejo de ministros de comercio el próximo 13 de mayo –a la que acudirá Luis de Guindos (o Jaime García-Legaz, secretario de Estado de Comercio) en sustitución del dimitido José Manuel Soria– para preparar la hoja de ruta de la ratificación del CETA.
En junio, la Comisión Europea presentaría el tratado traducido en todos los idiomas de la UE y la propuesta, en el Consejo Europeo de convocar o no una cita con Canadá para octubre.
En dicha cumbre se pediría “la autorización para firmar el tratado” a los 28 Estados miembros. Antes, una reunión «informal» en Bratislava del consejo de ministros de comercio de la UE, los días 22 y 23 de septiembre, puede traer la decisión formal de firmar antes de la ceremonia protocolaria de octubre.
«Ahora es el momento de presionar a gobiernos y partidos políticos porque la reunión de ministros en mayo es el ‘último’ momento antes de que la Comisión entregue formalmente la propuesta de autorización para firmar el tratado», explica Kucharz.
Como señalaba la activista Maude Barlow recientemente en Diagonal, detener el TTIP es una victoria pírrica si no se para también el CETA: “Como en Canadá y EE UU tenemos una economía integrada, todas las grandes empresas petroleras, farmacéuticas o del agronegocio, tipo Montsanto, podrán recurrir al CETA para demandar a los Estados de la UE”.
En el caso español, se extienden las dudas acerca de la legitimidad de un Gobierno en funciones para dar luz verde a un tratado de implicaciones profundas sobre la economía y sobre las competencias municipales y autonómicas, la soberanía democrática, economía y el medioambiente.. Desde Ecologistas en Acción, Tom Kucharz destaca que «la ratificación del CETA en el Consejo está en entredicho gracias al trabajo de los movimientos sociales».
Este activista explica a Diagonal que el primer ministro de Valonia (Bélgica) ya ha descartado que su subgobierno apruebe el acuerdo con Canadá. En Bélgica el gobierno estatal está obligado a considerar la opinión de los siete parlamentos y gobiernos regionales para la ratificación de tratados de estas características.
Rumanía, por medio de su ministro de Asuntos Exteriores, ha publicado una posición contraria al CETA, por la negativa de Canadá a permitir la libre circulación de rumanos incluso si se alcanza el acuerdo. Actualmente, son los únicos europeos que no tienen un régimen abierto de visados junto con los búlgaros. Austria y la propia Bulgaria también han expresado sus dudas y dejado la puerta abierta a rechazar el acuerdo.
Aunque el CETA es menos conocido por la opinión pública que el TTIP, las muestras de rechazo se han incrementado a medida que se apuran los límites antes de su ratificación. El 14 de marzo, la Federación Europea de Sindicatos de Servicios Públicos (EPSU), que representa a más de ocho millones de trabajadores del sector público, llamaba al rechazo del tratado con Canadá, por sus implicaciones sobre el sector público, la inclusión de cláusulas de protección de inversores como el ISDS, o el riesgo para derechos laborales e incluso derechos humanos.
Fuente: https://www.diagonalperiodico.net/panorama/30152-obama-fin-ttip-hanover-ciudades-europeas-ceta.html