En un Estado en el que la clase política otorga medallas a imágenes de madera y escayola, no podíamos esperar menos de la actitud que los tribunales de in-justicia han tomado contra las tres mujeres del Aquelarre Feminista de Sevilla, en relación a la procesión del Coño Insumiso.
Tres años después de la procesión del Coño Insumiso durante el 1º de Mayo de 2014, la justicia sigue persiguiendo a un colectivo feminista por trasladar sus reivindicaciones ideológicas a la calle, en una jornada de protesta y lucha obrera. Y lo hace reabriendo la causa contra ellas alegando que “bajo la libertad de expresión no se puede dar cobijo a conductas de ofensa, burla o menosprecio, amenazas e insultos contra personas o grupos o miembros de una confesión religiosa”.
La doble vara de medir que utiliza el Estado para perseguir la “disidencia” vuelve a mostrarse claramente con el acoso a las tres compañeras de Sevilla. Cabe preguntarse si la “libertad de expresión” solo es consentida cuando lo que estamos leyendo o escuchando coincide con nuestra forma de pensar o con lo que cree una parte de la sociedad o colectivo dominante. A ello habría que añadir la obsesión de determinados sectores religiosos, siempre dispuestos para comenzar su particular “caza de brujas”, con todo lo que tenga relación con la mujer y la política.
Son los mismos que no parecen ofenderse con otras realidades como los recortes sociales que condenan a la pobreza, e incluso a la muerte, a miles de personas sin recursos, o con los casos de corrupción económica y moral dentro de la Iglesia, puestos de manifiesto por los medios de comunicación día sí y díjde Sevilla, por considerar que la libertad ideológica es un derecho que no vamos a consentir que nos arrebaten desde ningún tribunal heredero de la dictadura ni desde grupos ultracatólicos nostálgicos de tiempos pasados.
El Secretariado Permanente